La seguridad vial en Monterrey, y en particular la de los motociclistas, se encuentra bajo la lupa. El creciente número de accidentes, con un aumento alarmante en el primer semestre de 2024 comparado con el mismo periodo de 2023 según datos del OCISEVI, nos obliga a reflexionar sobre la importancia de las medidas de protección, especialmente el uso del casco. No se trata simplemente de evitar una multa que oscila entre los $1,697 y $2,262 pesos, sino de proteger la vida. Imaginen por un instante las consecuencias de un impacto sin la protección adecuada: lesiones graves, traumatismos craneoencefálicos, incluso la muerte. El Reglamento de Tránsito de Monterrey es claro: el uso del casco es obligatorio tanto para conductores como para pasajeros de motocicletas. Y no es una imposición arbitraria, es una medida respaldada por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), que afirma que el casco reduce hasta en un 74% las probabilidades de sufrir lesiones cerebrales en caso de accidente.

Pensemos en la fragilidad de un motociclista en el caótico tráfico de una ciudad como Monterrey. Un choque lateral, una colisión por alcance… situaciones que, según el OCISEVI, representan la mayor parte de los siniestros viales. Y aunque las estadísticas del mismo observatorio indican que los automóviles son los principales responsables en la gran mayoría de los accidentes, con un 82% de los casos, esto no exime a los motociclistas de tomar todas las precauciones necesarias. De hecho, este dato refuerza la vulnerabilidad del motociclista, quien a menudo es la víctima en un accidente provocado por otro vehículo. Su destreza al volante, por muy habilidosa que sea, no puede contrarrestar la imprudencia o el descuido de otros conductores.

Es crucial entender que la seguridad vial es una responsabilidad compartida. Si bien las autoridades deben implementar medidas para mejorar la infraestructura y la educación vial, cada individuo tiene la obligación de protegerse y proteger a los demás. Para los motociclistas, el casco, junto con los lentes de seguridad, se convierte en un escudo vital. No es un accesorio, es una inversión en la propia vida.

La facilidad para adquirir una motocicleta, un factor que coincide con el incremento de accidentes según el OCISEVI, debería ir acompañada de una mayor concientización sobre la responsabilidad que implica conducir este tipo de vehículo. No basta con saber manejar, es fundamental comprender los riesgos y tomar las medidas necesarias para minimizarlos. El casco no es una limitante a la libertad, sino una herramienta que permite disfrutarla con mayor seguridad.

La cifra global de más de 1,190,000 muertes anuales en accidentes de tránsito, proporcionada por la OMS, es una llamada de atención a la que no podemos permanecer indiferentes. Cada vida perdida es una tragedia que, en muchos casos, podría haberse evitado. En Monterrey, ciudad en constante movimiento y crecimiento, es imperativo que tanto autoridades como ciudadanos trabajemos juntos para construir un entorno vial más seguro para todos. El uso del casco, una medida sencilla pero vital, es un paso fundamental en esa dirección. No lo veamos como una obligación, sino como un acto de responsabilidad y autocuidado.