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3 de junio de 2025 a las 10:29

Entiéndelo y Transfórmalo

Un trece por ciento. Una cifra que resuena, que interpela. Trece millones de votos que dibujan un nuevo escenario en la historia del Poder Judicial mexicano. Por primera vez, la ciudadanía tuvo la palabra, la decisión en sus manos para elegir a quienes interpretan las leyes desde la toga. Un hecho histórico, sin duda, pero que nos deja ante una realidad ineludible: la apatía de la gran mayoría. Ocho de cada diez electores decidieron no participar, una abstención que invita a la reflexión, al análisis profundo de las causas que subyacen a esta falta de movilización.

¿Fue la complejidad del proceso? Elegir jueces y magistrados no es lo mismo que votar por un presidente o un jefe de gobierno. La figura del juzgador exige imparcialidad, alejamiento de la contienda política. Requiere un voto informado, un conocimiento profundo de las trayectorias de los candidatos, de sus posturas. Una labor de investigación que quizás muchos no estaban dispuestos a realizar.

La oposición, dividida y aferrada a la abstención, ahora busca impugnar el sentido de la elección. Su discurso, centrado en acusaciones de acarreo, se desmorona ante la evidencia de los números. Si el gobierno hubiera movilizado a sus bases, la participación habría sido significativamente mayor. La baja votación es, en realidad, un indicador de la ausencia de una movilización masiva orquestada desde el Estado.

El obradorismo, por su parte, tiene ante sí una valiosa oportunidad para la autocrítica. ¿Cómo explicar la ausencia del 87% del electorado, incluyendo a una parte importante de sus simpatizantes? La plataforma social que apoya a la Presidenta Claudia Sheinbaum y a Clara Brugada en la CDMX ha demostrado una capacidad de movilización mucho mayor. Es necesario comprender las razones de esta desconexión, identificar las fallas en la comunicación y en la estrategia de convocatoria.

La tensión generada por las manifestaciones de la CNTE, la distancia geográfica entre la población y los juzgados, la falta de un atractivo, de una identificación clara con los candidatos, son factores que seguramente contribuyeron a la alta abstención. Es necesario repensar las formas de interpelación, construir nuevos puentes de comunicación con la ciudadanía, generar un mayor interés y comprensión sobre la importancia de la participación en este tipo de procesos.

Hay, sin embargo, destellos de esperanza. La Ciudad de México, con un 14.9% de participación, registró una de las votaciones más altas del país. Un “compromiso con la democracia”, como lo calificó Clara Brugada, que demuestra la posibilidad de movilizar a la ciudadanía cuando se logra establecer una conexión efectiva.

Este proceso electoral, con sus luces y sus sombras, nos deja una valiosa lección. La democracia es un proceso en constante construcción, que requiere la participación activa de todos. Es necesario aprender de los errores, replantear las estrategias y trabajar en la construcción de una ciudadanía más informada, más participativa y más comprometida con el fortalecimiento de nuestras instituciones.

Fuente: El Heraldo de México