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3 de junio de 2025 a las 18:25

El diario de Millaray: La clave de un juicio espantoso

Un silencio sepulcral se cernía sobre la casa de la familia Cattani. La ausencia de Millaray, una jovencita de apenas 15 años, dejaba un vacío insondable. Su partida repentina, un acto desesperado que nadie pudo prever, había sumido a todos en un estado de shock profundo. La incredulidad se mezclaba con el dolor, la confusión con la angustia. Dos días después, como un eco tardío de la tragedia, un nuevo golpe sacudió a la familia. Un diario, las páginas llenas de la letra juvenil de Millaray, revelaba el desgarrador secreto que la había llevado a tomar esa decisión irreversible. El diario, un confidente silencioso, guardaba la dolorosa verdad que la adolescente no había podido compartir en vida.

Las palabras de Millaray, escritas con la crudeza de la experiencia vivida, resonaban en la mente de sus seres queridos como un grito ahogado. "La verdad intento no pensar en él, pero no puedo. Me duele tanto lo que me hizo", cada palabra un testimonio del profundo trauma que la atormentaba. La fecha, 20 de enero de 2020, grabada en el papel, marcaba el inicio de una pesadilla que terminaría cuatro años después con la vida de la joven.

Ayelén Cattani, hermana de Millaray, recuerda con precisión esos días posteriores a la tragedia. La búsqueda frenética de respuestas, revisando cuadernos escolares, libretas, cualquier documento que pudiera arrojar luz sobre el motivo del suicidio. El hallazgo del diario fue como encontrar una pieza faltante de un rompecabezas macabro. Las palabras de Millaray, plasmadas en esas páginas, reconstruían el terrible abuso sexual que había sufrido con tan solo 13 años.

Gracias a la meticulosidad de Millaray, que documentó su experiencia en el diario, y a la perseverancia de su familia, que recopiló información de su computadora y otros escritos, se pudo reconstruir el delito. La identidad del presunto agresor, aunque aún protegida por el proceso judicial, será revelada en el juicio que comenzará el próximo 25 de junio en Argentina.

La acusación: abuso sexual agravado con acceso carnal. Un delito que podría condenar al agresor a una pena de entre 6 y 15 años de prisión. La justicia, lenta pero implacable, está a punto de dictar sentencia. La familia de Millaray espera que el peso de la ley caiga sobre el responsable de arrebatarles a su hija, a su hermana, a su amiga.

La lucha por la justicia no ha sido fácil. Han pasado cuatro años desde aquel fatídico día. Cuatro años de dolor, de preguntas sin respuesta, de una herida que se niega a cicatrizar. Pero la familia de Millaray no se ha rendido. Su perseverancia ha llevado a que este caso llegue a juicio. Y no están solos. Otra joven ha dado un paso al frente, denunciando haber sido también víctima de abuso sexual por parte del mismo individuo. Su testimonio, sumado a las pruebas recogidas por la familia Cattani, podría ser crucial para lograr una condena ejemplar.

El juicio que se avecina es un paso importante en la búsqueda de justicia para Millaray. Es también un llamado a la reflexión sobre la importancia de la prevención y la atención a las víctimas de abuso sexual. El silencio, como el que guardó Millaray durante tanto tiempo, solo protege a los agresores. Hablar, denunciar, es el primer paso para romper el ciclo de violencia. El caso de Millaray Cattani es un recordatorio doloroso de que la lucha contra el abuso sexual es una tarea de todos. Es una lucha por la justicia, por la dignidad, por la vida.

Fuente: El Heraldo de México