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3 de junio de 2025 a las 17:05

Dile adiós a la espátula negra

La sombra del plástico negro se cierne sobre nuestros hogares. Lo que creíamos utensilios comunes, compañeros silenciosos en la cocina, podrían albergar un peligro invisible. Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Chemosphere ha destapado una inquietante realidad: la presencia de "retardantes de llama" en productos de plástico negro de uso cotidiano. Espátulas, bandejas de sushi, incluso juguetes infantiles, se han visto implicados en esta investigación que analizó más de 200 artículos, encontrando 17 con niveles detectables de estas sustancias tóxicas, incluyendo el decaBDE, un compuesto prohibido en Estados Unidos desde 2021 por sus probados riesgos para la salud.

La ironía es palpable. Estos compuestos, originalmente diseñados en la década de 1970 para proteger dispositivos electrónicos del fuego, ahora representan una amenaza latente en nuestros hogares. La promesa de seguridad se ha transformado en un riesgo insidioso, un recordatorio de que la innovación sin la debida precaución puede tener consecuencias inesperadas. El reciclaje, una práctica que aplaudimos por su contribución al medio ambiente, se convierte en un arma de doble filo al reintroducir estos compuestos en la cadena de producción, perpetuando el ciclo de exposición.

La lista de potenciales efectos adversos es alarmante. Cáncer, disrupciones endocrinas, problemas de salud reproductiva… La exposición prolongada a altos niveles de estos retardantes de llama se ha asociado con un mayor riesgo de estas graves afecciones. Las mujeres embarazadas son especialmente vulnerables, con estudios que sugieren una posible conexión entre la exposición y el parto prematuro, así como déficits en el desarrollo neurológico de sus hijos. La sombra del plástico negro se extiende, amenazando no solo la salud presente, sino también el futuro de las próximas generaciones.

La Dra. Heather Stapleton, química medioambiental de la Universidad de Duke, explica que la estructura química de estos compuestos interfiere con las hormonas tiroideas, provocando disfunciones en el sistema endocrino, un delicado engranaje que regula funciones vitales en nuestro organismo. Imaginemos un director de orquesta incapaz de coordinar a los músicos: el resultado es una cacofonía, una disonancia que afecta el equilibrio de todo el sistema.

La dificultad radica en la identificación. A simple vista, es imposible distinguir qué productos contienen estas sustancias. El plástico negro se presenta como una superficie uniforme, ocultando la amenaza en su interior. Ante esta incertidumbre, la prevención se convierte en nuestra mejor aliada. Los expertos recomiendan optar por alternativas más seguras: la silicona de alta calidad, el acero inoxidable, la madera… materiales que nos ofrecen la tranquilidad de saber que no estamos poniendo en riesgo nuestra salud ni la de nuestros seres queridos.

Este descubrimiento nos invita a reflexionar sobre nuestro consumo y la necesidad de exigir mayor transparencia en la composición de los productos que utilizamos a diario. No se trata de demonizar el plástico, un material versátil con múltiples aplicaciones, sino de promover prácticas de producción y reciclaje más responsables. La salud es un tesoro invaluable, y protegerla es una responsabilidad compartida. Informémonos, elijamos con consciencia, y construyamos un futuro más seguro para todos. La sombra del plástico negro puede ser disipada con conocimiento y acción.

Fuente: El Heraldo de México