La tos ferina, esa enfermedad que creíamos relegada a los libros de historia, vuelve a resonar en nuestros hospitales. El eco de las toses convulsivas, un sonido que ningún padre debería escuchar, se propaga con una preocupante velocidad. Las cifras, frías y contundentes, revelan un repunte alarmante. De los 978 casos confirmados hasta la Semana Epidemiológica 20, saltamos a 1016 en tan solo una semana. Un incremento que, si bien numéricamente puede parecer pequeño, representa un aumento significativo en términos porcentuales y enciende las alarmas de las autoridades sanitarias.

Imaginen el angustiante viaje de una familia con un pequeño afectado por la tos ferina. Las noches sin dormir, la lucha por respirar, la incertidumbre que carcome la esperanza. Esta enfermedad, altamente contagiosa, se propaga con la misma facilidad con la que un niño comparte un juguete. Una simple tos, un estornudo desprevenido, y la bacteria Bordetella pertussis encuentra un nuevo huésped.

Es crucial entender que, aunque la tos ferina afecta principalmente a los más pequeños, nadie es inmune. Adultos y adolescentes también pueden contraerla, y aunque los síntomas suelen ser menos severos, pueden actuar como vectores de contagio, poniendo en riesgo a los bebés, especialmente a aquellos menores de seis meses que aún no han completado su esquema de vacunación.

La vacunación es nuestra mejor arma contra esta enfermedad. Es el escudo protector que blinda a nuestros hijos y a la comunidad entera. No podemos bajar la guardia. Debemos asegurarnos de que nuestros niños reciban las dosis correspondientes de la vacuna contra la tos ferina, siguiendo el calendario de vacunación recomendado por la Secretaría de Salud.

Pero la prevención no se limita a la vacunación. También implica adoptar medidas higiénicas básicas, como lavarse las manos con frecuencia, cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar, y evitar el contacto con personas enfermas. Pequeños gestos que pueden marcar la diferencia entre la salud y la enfermedad.

El aumento de casos de tos ferina nos recuerda la fragilidad de nuestra salud y la importancia de la prevención. No podemos permitir que esta enfermedad, que creíamos controlada, vuelva a sembrar el miedo y la angustia en nuestras comunidades. Informémonos, actuemos con responsabilidad y protejamos a nuestros seres queridos. La salud es un tesoro que debemos cuidar con esmero. No esperemos a que la tos ferina toque a nuestra puerta para tomar medidas. La prevención es la clave.

Este repunte no es un simple dato estadístico. Es un llamado a la acción. Un recordatorio de que la salud pública es una responsabilidad compartida. Desde las autoridades sanitarias hasta cada uno de nosotros, tenemos un papel que desempeñar en la lucha contra la tos ferina. No subestimemos el poder de la prevención. Juntos podemos detener el avance de esta enfermedad y proteger la salud de nuestros niños y de toda la comunidad. Informémonos, vacunémonos y actuemos con responsabilidad. Nuestro futuro y el de las próximas generaciones depende de ello.