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2 de junio de 2025 a las 06:55
Sobreviven accidente aéreo en Connecticut
La tranquila mañana dominical del 1 de junio se vio interrumpida por un dramático incidente en las aguas del estrecho de Long Island, frente a la costa de Connecticut. Un avión ligero, un Piper PA-32 con capacidad para seis personas, se precipitó al mar dejando a su paso una estela de preguntas y una rápida movilización de los servicios de emergencia. Afortunadamente, la historia no terminó en tragedia. El piloto, un hombre de 41 años, y su joven acompañante de 17, lograron escapar de las garras del mar con heridas leves, un testimonio de su valentía y de la eficaz respuesta de los equipos de rescate.
El vuelo, originado en el aeropuerto de Bridgeport a las 10:30 am, apenas duró diez minutos. Un lapso de tiempo que se transformó en una angustiosa lucha por la supervivencia. La llamada de emergencia realizada por los ocupantes de la aeronave, alertando sobre problemas a bordo, fue la clave para iniciar la cadena de acciones que les salvaría la vida. Se les indicó dirigirse al aeropuerto Tweed New Haven para un aterrizaje de emergencia, una maniobra que lamentablemente no pudieron completar. El Piper PA-32, un monomotor fabricado por Piper Aircraft, una compañía con una larga trayectoria en la industria aeronáutica, terminó impactando contra las frías aguas cerca de las pintorescas islas Thimble, frente a la ciudad de Branford.
La rápida respuesta de la Guardia Costera, que llegó a la escena del accidente en aproximadamente 15 minutos, fue crucial. La colaboración de un "buen samaritano", un ciudadano anónimo que se encontraba en la zona y que no dudó en prestar auxilio, fue también fundamental en el rescate. Ambos sobrevivientes, con cortes en las manos y el rostro, mostraban signos de hipotermia debido a la exposición al agua fría, una amenaza latente en estas latitudes.
Tras ser rescatados del mar, fueron trasladados al muelle de Stony Creek, donde recibieron los primeros auxilios por parte del personal de servicios médicos de emergencia (EMS). Posteriormente, fueron llevados al Hospital Yale New Haven para una evaluación más exhaustiva y descartar cualquier complicación derivada del accidente. Para cuando los bomberos llegaron a bordo de una embarcación de rescate, el avión ya se encontraba completamente sumergido, una imagen que ilustra la gravedad del incidente y la fortuna de los dos ocupantes.
Ahora, la atención se centra en desentrañar las causas del accidente. La Administración Federal de Aviación (FAA) ha iniciado una minuciosa investigación que explorará todas las posibles hipótesis. Las condiciones meteorológicas reinantes en el momento del siniestro, posibles fallas mecánicas en la aeronave, e incluso la posibilidad de un error humano, serán examinadas con rigor. El análisis de los restos del avión, una vez recuperados del fondo marino, aportará valiosa información a los investigadores. Este proceso, aunque complejo y meticuloso, es esencial para comprender lo sucedido y prevenir futuros incidentes similares, garantizando la seguridad en el espacio aéreo. Mientras tanto, la comunidad aeronáutica y el público en general esperan con atención los resultados de la investigación, con la esperanza de arrojar luz sobre este dramático suceso que, afortunadamente, no se cobró ninguna vida.
Fuente: El Heraldo de México