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3 de junio de 2025 a las 00:15
Silencio para la rana: ¿Turismo o respeto?
El coquí, esa pequeña rana que con su peculiar canto da la bienvenida a la noche puertorriqueña, se encuentra en el centro de una controversia que pone de manifiesto el choque cultural entre el turismo y las tradiciones locales. Su melodioso croar, que para los habitantes de la isla es sinónimo de hogar, tranquilidad e incluso romanticismo, se ha convertido en un motivo de queja para algunos turistas, quienes, buscando el silencio absoluto, amenazan la supervivencia de esta emblemática especie.
La situación ha alcanzado un punto álgido tras la viralización de un comentario en redes sociales, donde un turista preguntaba por un supuesto spray para silenciar a los coquíes. La indignación entre los puertorriqueños no se hizo esperar. Consideran una falta de respeto no solo a su cultura, sino también a la biodiversidad de la isla, que ya se encuentra amenazada. La rana coquí, símbolo nacional de Puerto Rico, ve peligrar su existencia debido a la incomprensión y la falta de sensibilidad de algunos visitantes.
Este incidente ha despertado un debate sobre los límites del turismo y la importancia de respetar las particularidades de cada lugar. ¿Debe adaptarse el entorno natural a las exigencias de los turistas, o son estos quienes deben mostrar respeto y adaptación al medio ambiente que visitan? La respuesta, para muchos puertorriqueños, es clara: el coquí es parte integral de la identidad de la isla, y su canto, un patrimonio natural que debe ser protegido.
Más allá de la anécdota del spray, se esconde una problemática mayor: la gentrificación y la presión turística que sufren muchos destinos. La búsqueda de la "experiencia perfecta" por parte de algunos viajeros, a menudo conlleva la homogeneización de los espacios, la pérdida de la autenticidad y el desplazamiento de las costumbres locales. El caso del coquí es un ejemplo paradigmático de cómo la imposición de un modelo turístico ajeno a la realidad del territorio puede tener consecuencias devastadoras para el medio ambiente y la cultura.
Ante esta amenaza, los puertorriqueños se han movilizado en defensa de su pequeño anfibio. En redes sociales, se han multiplicado las campañas de concienciación, destacando la importancia del coquí en el ecosistema y su valor cultural. Fotografías, vídeos y mensajes emotivos inundan las plataformas digitales, bajo el lema de proteger el canto que define la noche boricua. Se busca no solo educar a los turistas sobre la importancia de respetar la fauna local, sino también concienciar a la población sobre la fragilidad de esta especie y la necesidad de su conservación.
La Universidad de Puerto Rico, a través de iniciativas como el Proyecto Coquí, liderado por el profesor Rafael Joglar, trabaja incansablemente en la investigación y preservación de los anfibios y reptiles de la isla. Estos esfuerzos se ven amenazados por prácticas irresponsables, como el uso de sustancias químicas para silenciar a los coquíes, que no solo son perjudiciales para la especie, sino que también pueden tener consecuencias negativas para todo el ecosistema.
El futuro del coquí, y en cierto modo, el futuro de la identidad puertorriqueña, depende de la capacidad de conciliar el desarrollo turístico con el respeto al medio ambiente y la cultura local. Es necesario promover un turismo responsable y sostenible, que valore la riqueza natural y cultural de Puerto Rico, en lugar de intentar modificarla para ajustarla a las expectativas de algunos visitantes. El canto del coquí, ese sonido que arrulla a los niños y acompaña las noches estrelladas de la isla, debe seguir resonando como un símbolo de resistencia y un recordatorio de la importancia de proteger nuestro patrimonio natural.
Fuente: El Heraldo de México