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2 de junio de 2025 a las 09:40

IA: Revolución Energética

La Inteligencia Artificial (IA) se está convirtiendo rápidamente en la protagonista de la revolución tecnológica actual. Su capacidad para aprender y replicar el conocimiento humano promete transformar radicalmente la forma en que vivimos, trabajamos e interactuamos con el mundo. Sin embargo, este avance exponencial tiene un costo energético considerable, un factor que a menudo pasa desapercibido en medio del entusiasmo por las posibilidades de la IA. La relación entre la IA y la energía es simbiótica, pero también compleja. La IA depende completamente de la energía para funcionar, mientras que la energía se beneficia de las aplicaciones de la IA para optimizar su producción y distribución. Esta interdependencia nos sitúa en un momento crucial donde la disponibilidad de energía confiable y asequible se convierte en un factor determinante para el liderazgo tecnológico y económico de las naciones.

El informe de la Agencia Internacional de Energía (IEA) sobre Energía e IA arroja luz sobre esta intrincada relación, destacando la necesidad de comprender los desafíos que plantea. Comparar el consumo eléctrico de un centro de datos estándar dedicado a la IA con el de 100,000 hogares o una fundición de aluminio nos ayuda a visualizar la magnitud de la demanda energética de esta tecnología. Y la situación se vuelve aún más compleja al considerar que los nuevos centros de datos en construcción son significativamente más grandes, con una demanda energética hasta 20 veces superior.

El crecimiento exponencial del consumo energético de los centros de datos es una realidad innegable. En 2024, representaban el 1.5% del consumo eléctrico mundial, una cifra que, según las proyecciones de la IEA, podría duplicarse para 2030, alcanzando un volumen comparable al consumo actual de Japón. Este crecimiento acelerado, cuatro veces superior al de la tasa de consumo eléctrico total desde 2017, plantea serios interrogantes sobre la sostenibilidad del modelo actual.

Estados Unidos, con un 45% del consumo eléctrico de centros de datos en 2024, lidera esta tendencia, seguido de China con un 25% y Europa con un 15%. Se prevé que para finales de la década, el consumo energético de los centros de datos en Estados Unidos supere la producción de todos los bienes de alto consumo energético combinados, como el aluminio, el acero y los productos químicos. Este dato, por sí solo, subraya la urgencia de replantear las estrategias energéticas a nivel global.

El dominio de Estados Unidos y China, que representan el 80% del crecimiento global del consumo eléctrico de centros de datos, implica una reconfiguración del panorama energético mundial. No solo se trata de impulsar el crecimiento del sector eléctrico, sino también de redefinir el concepto de seguridad energética. La IA, paradójicamente, se está utilizando para abordar los desafíos de la seguridad energética y mitigar los riesgos de la cadena de suministro, una necesidad crucial para la expansión de los centros de datos que la propia IA requiere. Este círculo virtuoso, donde la IA se convierte en la solución y el problema al mismo tiempo, nos obliga a buscar soluciones innovadoras y sostenibles para asegurar un futuro energético que pueda soportar el avance imparable de la inteligencia artificial. La eficiencia energética, las energías renovables y la optimización de los algoritmos de IA son solo algunas de las áreas que requieren una atención inmediata para garantizar un desarrollo tecnológico responsable y equilibrado. El futuro de la IA, y en gran medida el nuestro, depende de ello.

Fuente: El Heraldo de México