La escena, casi surrealista, se desarrolla bajo un cielo plomizo, típico de la temporada de lluvias. El asfalto, convertido en un espejo oscuro, refleja las luces parpadeantes de los coches que avanzan a paso de tortuga. El rugido del tráfico, habitualmente ensordecedor, se ve amortiguado por el sonido constante de la lluvia y, curiosamente, por el chapoteo rítmico de una cubeta. Sí, una cubeta. En medio de la inundación que anega la autopista México-Puebla, a la altura del Cerro del Marqués, un hombre, ajeno a la aparente inutilidad de su tarea, se afana en vaciar el agua acumulada, cubetada tras cubetada, contra el muro de contención.

La imagen, capturada por un automovilista y difundida a través de redes sociales, ha generado una oleada de reacciones, desde la risa hasta la conmoción. Veintidós mil reproducciones en Facebook y una cascada de comentarios que van desde la burla –"Ya casi acabas, hermano, ya casi acabas"–, hasta la admiración por la perseverancia del hombre frente a lo que parece una misión imposible. Algunos internautas incluso especulan sobre las posibles razones de su acto: ¿Recolectaba el agua para algún uso posterior? ¿Se trataba de una forma peculiar de protesta? ¿O simplemente era la reacción instintiva de alguien que se negaba a quedarse de brazos cruzados ante la adversidad?

Lo cierto es que la figura de este hombre, con el agua hasta las rodillas, se ha convertido en un símbolo, quizás involuntario, de la resiliencia del mexicano ante las inclemencias del tiempo, y de ese humor tan particular que nos permite encontrar un respiro, incluso en las situaciones más complicadas. Una muestra de que, a veces, el simple gesto de intentar, aunque parezca absurdo, tiene un valor incalculable.

Más allá de la anécdota viral, la situación pone de manifiesto la vulnerabilidad de la infraestructura vial ante las fuertes precipitaciones que azotan el Valle de México. El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) advierte que las lluvias continuarán en los próximos días, con posibilidad de granizo y descargas eléctricas. Un pronóstico que, sin duda, mantendrá en vilo a los habitantes de la Ciudad de México y el Estado de México, quienes deberán extremar precauciones y, quizá, llevar una cubeta en la cajuela, por si acaso.

Mientras tanto, la imagen del hombre con su cubeta seguirá resonando en las redes sociales, recordándonos que, en medio del caos y la incertidumbre, siempre hay espacio para la esperanza, el humor y la solidaridad. Una lección que, aunque envuelta en una capa de ironía, nos invita a reflexionar sobre nuestra propia capacidad de respuesta ante las dificultades y a valorar el esfuerzo, por pequeño que parezca, de aquellos que se atreven a desafiar lo imposible. Y, quién sabe, quizás la próxima vez que nos encontremos ante una inundación, en lugar de quejarnos, nos animemos a tomar una cubeta y, con una sonrisa, unirnos a la causa.