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2 de junio de 2025 a las 14:40
Escape Milagroso de un Adolescente
La adrenalina corría por sus venas como un río desbocado. El rugido del motor de la motocicleta, el claxon inminente de la camioneta, el vértigo del puente sobre el oscuro abismo… todo se fusionaba en un instante de terror y decisión. Tres jóvenes, apenas rozando la adultez, surcaban las calles de Vietnam en una motocicleta, una estampa tan común en el ajetreo diario de las ciudades asiáticas. Un paseo que prometía ser como cualquier otro, de pronto se transformó en una lucha desesperada por la supervivencia. Las cámaras de seguridad, testigos silenciosos de la vida urbana, captaron la secuencia completa, un drama de veinte segundos que se sintió como una eternidad para los involucrados.
La encrucijada del destino se presentó en un puente que se alzaba sobre un canal de aguas negras, una cicatriz oscura en el paisaje urbano. La minivan, ajena a la tragedia que estaba a punto de desencadenar, giró a la izquierda, invadiendo la trayectoria de la motocicleta. Fue una fracción de segundo, un error de cálculo, una maniobra inesperada que pudo haber terminado en un desenlace fatal.
El conductor de la motocicleta, atrapado entre la amenaza inminente de la camioneta y el precipicio del canal, tomó una decisión instintiva: acelerar. En su mente, solo cabía una idea: evitar el impacto a cualquier costo. Pero la velocidad, aliada en la huida, se convirtió en un peligro adicional. La motocicleta se dirigía inexorablemente hacia el borde del puente, hacia la oscuridad del canal.
En ese momento, el joven que viajaba en la parte trasera de la motocicleta demostró una agilidad y una presencia de ánimo sorprendentes. Con un salto felino, se impulsó hacia la barandilla del puente, aferrándose a ella con la fuerza de la desesperación. Sus dedos se clavaron en el metal, su cuerpo suspendido sobre el vacío, mientras sus dos compañeros, incluyendo al conductor, se precipitaban al fétido canal.
La imagen del joven aferrado a la barandilla, con la motocicleta hundiéndose en las aguas negras, es un testimonio de la fragilidad de la vida y de la capacidad del ser humano para reaccionar ante el peligro extremo. La minivan, ajena al drama que había provocado, continuó su marcha, dejando atrás una escena de caos y angustia.
El destino de los dos jóvenes que cayeron al canal permanece incierto. Las aguas turbias guardan el secreto de su suerte. ¿Lograron salir a la superficie? ¿Fueron rescatados por alguna mano amiga? Las preguntas flotan en el aire, tan densas como el olor nauseabundo del canal.
Este incidente, capturado por la fría mirada de las cámaras de seguridad, nos recuerda la importancia de la prudencia al volante, del respeto a las normas de tránsito y de la necesidad de estar siempre alerta ante los imprevistos que nos depara el camino. Es un recordatorio de que la vida puede cambiar en un instante, en un cruce de caminos, en un puente sobre un canal de aguas negras. Y también es un homenaje a la valentía y al instinto de supervivencia de un joven que, ante la inminencia de la tragedia, supo aferrarse a la vida con uñas y dientes. Un joven que, en la fracción de segundo que tuvo para decidir, eligió saltar.
Fuente: El Heraldo de México