Colima, Colima.- La jornada electoral del pasado domingo 1 de junio, que definió el futuro político de nuestro estado, no estuvo exenta de incidentes, aunque en términos generales se mantuvo la calma y el orden. El Instituto Electoral del Estado de Colima (IEE), en su Décima Sesión Extraordinaria, confirmó dos reportes que encendieron las alertas en el municipio capitalino. La sombra de la irregularidad se asomó en dos ocasiones, empañando ligeramente la jornada cívica. En una de ellas, la intervención de la policía se hizo necesaria para restablecer el orden ante una situación que amenazaba con perturbar la paz en una casilla. En el segundo incidente, el fantasma de la violencia se asomó, generando momentos de tensión entre los presentes.

El consejero del IEE, cuya identidad se reserva por motivos de seguridad, detalló con preocupación los dos casos registrados por intento de influir en la voluntad ciudadana. "Una persona ajena a la casilla y un supuesto representante de un partido político fueron señalados como los responsables", declaró, haciendo hincapié en la gravedad de estas acciones que atentan contra la pureza del proceso democrático. Estas situaciones, aunque aisladas, nos obligan a reflexionar sobre la importancia de la educación cívica y el respeto a la ley durante las jornadas electorales. La libertad de cada ciudadano para ejercer su voto sin presiones ni coacciones es un pilar fundamental de nuestra democracia.

A pesar de estos incidentes, las autoridades electorales calificaron la jornada con saldo blanco, destacando la participación ciudadana y el compromiso de los funcionarios de casilla. Sin embargo, un recorrido realizado por El Heraldo de México durante el día de la elección reveló una realidad contrastante: la afluencia a las urnas fue notablemente baja. Esta apatía, que se repite en diversos procesos electorales, es un síntoma preocupante que nos invita a analizar las causas de la desconexión entre la ciudadanía y la política. ¿Es acaso la desilusión ante las promesas incumplidas? ¿La falta de credibilidad en las instituciones? ¿O simplemente la indiferencia ante un futuro que parece ajeno a las decisiones individuales?

Es imperativo que, como sociedad, nos cuestionemos el porqué de esta baja participación y busquemos soluciones conjuntas para fortalecer la democracia. La participación ciudadana no se limita al voto; implica también la vigilancia constante de las instituciones, la exigencia de rendición de cuentas y la construcción de un diálogo que nos permita forjar un futuro común. El camino hacia una democracia plena es un proceso continuo que requiere la participación activa de todos. El futuro de Colima está en nuestras manos. Informémonos, participemos y construyamos juntos un estado más justo y democrático.