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3 de junio de 2025 a las 01:30

El macabro libro de piel humana

La macabra historia de William Corden, el asesino del Granero Rojo, continúa tejiendo nuevos capítulos casi dos siglos después de su ejecución. El reciente hallazgo de un segundo libro forrado con su piel en el Museo Moyse’s Hall de Bury St. Edmonds no solo reaviva el morbo que rodea su figura, sino que también abre interrogantes sobre la existencia de otros tomos similares, dispersos quizás en colecciones privadas o en los anaqueles olvidados de alguna biblioteca. Imaginen, por un momento, tener entre sus manos un objeto tan singular, tan cargado de historia, pero al mismo tiempo tan perturbador. La textura, el olor… una conexión tangible con un pasado oscuro y violento.

Este descubrimiento nos invita a reflexionar sobre la práctica de la bibliopegia antropodérmica, una costumbre que hoy nos resulta repulsiva, pero que en la Inglaterra victoriana se consideraba un castigo legítimo, una forma de marcar al criminal incluso después de la muerte. Más allá del horror que nos produce, este tipo de encuadernación nos habla de una época con una concepción de la justicia y el castigo radicalmente diferente a la nuestra. ¿Era una forma de escarmiento público? ¿Un ritual de exorcismo social? ¿O simplemente una manifestación extrema del poder sobre el cuerpo del condenado?

La vida de William Corden, desde su fama de mujeriego y estafador hasta su trágico final, es un relato cautivador que se asemeja a una novela gótica. Su romance clandestino con Maria Marten, la cita fatídica en el Granero Rojo, el disparo que puso fin a la vida de la joven… son elementos que alimentan la leyenda del asesino. Y luego, la huida a Londres, la angustiosa búsqueda del cuerpo, los sueños premonitorios de la suegra… detalles que añaden un halo de misterio y superstición a la historia.

La ejecución de Corden, ante una multitud sedienta de venganza, fue un espectáculo público, una catarsis colectiva. Pero la historia no termina ahí. El posterior desmembramiento de su cuerpo, la exhibición de sus músculos, la disección de su cráneo, los experimentos con galvanismo en sus órganos… son actos que nos hablan de la fascinación morbosa que despertaba la figura del criminal, y del afán científico por explorar los límites del cuerpo humano, incluso en la muerte. Su esqueleto, destinado a la enseñanza anatómica, y su piel, transformada en la cubierta de, al menos, dos libros, son un testimonio inquietante de cómo la sociedad victoriana utilizaba el cuerpo del criminal como objeto de estudio, de escarmiento y, paradójicamente, de conservación.

¿Cuántos libros más, forrados con la piel de William Corden, esperan ser descubiertos? ¿Qué secretos oscuros guardan aún las páginas de estos macabros volúmenes? El misterio permanece, y con él, la fascinación por una historia que nos confronta con los aspectos más sombríos de la naturaleza humana. La leyenda del asesino del Granero Rojo sigue viva, susurrando desde el pasado a través de la piel que una vez lo cubrió.

Fuente: El Heraldo de México