La inusual presencia militar en la Sala del Consejo General del INE durante las recientes elecciones judiciales ha generado un intenso debate sobre la autonomía del Instituto y la percepción de presiones externas. Jaime Rivera, Consejero del INE, calificó el hecho como "insólito" y simbólicamente problemático, aunque aclaró que no se sintió intimidado ni considera que la autonomía del Instituto se haya visto materialmente afectada. Sus declaraciones abren una serie de interrogantes cruciales sobre la relación entre las fuerzas armadas y los procesos electorales en México.

Si bien Rivera reconoció la histórica colaboración de las fuerzas armadas en la protección de los procesos electorales, su sorpresa al ver militares dentro de la Sala del Consejo General, el espacio donde se delibera y se toman las decisiones del máximo órgano electoral, refleja una preocupación latente. La imagen de militares presentes en el corazón mismo del INE, donde se decide el futuro de la democracia mexicana, genera inevitablemente inquietud sobre la independencia de las decisiones tomadas en ese contexto. ¿Fue una simple medida de seguridad o una señal, consciente o inconsciente, de la creciente influencia de las fuerzas armadas en la vida política del país?

El Consejero Rivera insistió en la necesidad de un diálogo fluido, respetuoso y de colaboración entre la autoridad electoral y los órganos del estado, pero subrayó la importancia de cuidar las formas. Este llamado a la prudencia y al respeto a los protocolos institucionales es fundamental en un contexto de creciente polarización política. La presencia militar en la Sala del Consejo General, aunque no haya afectado materialmente la autonomía del INE, podría interpretarse como una falta de sensibilidad hacia la delicada labor del Instituto y la necesidad de mantener una imagen de imparcialidad absoluta.

Más allá de la presencia militar, Rivera también se refirió a las dificultades que enfrentó el INE durante el proceso electoral, señalando la reforma judicial aprobada de forma apresurada y la posterior Ley reglamentaria, elaborada con errores, fallas y vacíos. Estas deficiencias legislativas obligaron al INE a tomar decisiones bajo presión, lo que, según Rivera, afectó la calidad del proceso. La imposibilidad de que los ciudadanos contaran los votos, por ejemplo, aunque justificada por razones materiales, representa una limitación a la participación ciudadana y un obstáculo para la transparencia electoral.

Las reflexiones de Rivera sobre la necesidad de elecciones íntegras y auténticas, basadas en reglas correctas, eficientes y que generen confianza, son un llamado a la reflexión para toda la sociedad mexicana. La democracia se construye sobre la base de instituciones sólidas, procesos transparentes y la participación activa de la ciudadanía. Cualquier factor que ponga en riesgo estos pilares, como la percepción de presiones externas o las deficiencias legislativas, debe ser analizado y corregido para garantizar la salud del sistema democrático. El debate generado por la presencia militar en la Sala del Consejo General del INE es una oportunidad para fortalecer la autonomía del Instituto y reafirmar el compromiso con unas elecciones libres y justas.