Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Política

2 de junio de 2025 a las 09:20

Domina la Exigencia

El silencio que rodea al tráfico de armas entre Estados Unidos y México se ha convertido en una melodía constante en la sinfonía diplomática entre ambos países. Mientras las declaraciones oficiales se centran en la cooperación bilateral contra el crimen organizado y el narcotráfico, la espinosa cuestión del flujo armamentístico se desvanece como un susurro en el viento. Este fenómeno no es nuevo; se repite una y otra vez, como un disco rayado que reproduce la misma canción de evasivas y omisiones.

La reciente conversación telefónica entre el Secretario de Estado estadounidense y su homólogo mexicano ejemplifica a la perfección esta dinámica. Un comunicado escueto, casi telegráfico, resume la charla, abordando temas como la seguridad fronteriza y la cooperación económica. Sin embargo, la solicitud mexicana de una mayor intervención estadounidense para frenar el tráfico de armas, un clamor constante en las relaciones bilaterales, brilla por su ausencia. Este silencio oficial contrasta con la admisión, por parte de funcionarios de ambos gobiernos, de que el tema sí se discutió. La discrepancia entre lo dicho en privado y lo comunicado públicamente genera una sombra de sospecha, alimentando la percepción de que hay temas que se prefieren mantener en la penumbra.

¿Por qué esta reticencia a abordar públicamente el tema de las armas? La respuesta, aunque no explícita, se intuye entre líneas. Las declaraciones oficiales, cuidadosamente elaboradas, parecen más dirigidas a las audiencias internas de cada país que a una comunicación transparente entre naciones. Se busca apaciguar a la opinión pública, presentando una imagen de cooperación y entendimiento, mientras que los temas verdaderamente conflictivos se manejan con discreción, lejos de los focos mediáticos.

Este juego de apariencias se extiende también a las conversaciones entre la presidenta mexicana y el ex presidente estadounidense. Si bien se anunciaron sendas llamadas telefónicas, los detalles de las mismas son escasos, casi inexistentes. La opacidad informativa deja espacio para la especulación, alimentando la incertidumbre sobre la verdadera naturaleza de estos encuentros. ¿Se abordó el tema de las armas con la seriedad que merece? ¿O se trató de un simple intercambio de cortesías, vacío de contenido real?

La realidad es que la lucha contra el tráfico de armas se enfrenta a un obstáculo formidable: la poderosa industria armamentística estadounidense. Este sector, con sus inmensos recursos económicos y su influencia política, representa un interés que ningún gobierno, demócrata o republicano, se atreve a desafiar abiertamente. El flujo de armas hacia México es un negocio multimillonario, y mientras las ganancias sigan fluyendo, es poco probable que se implementen medidas realmente efectivas para detenerlo.

En este contexto, las ocasionales detenciones y sentencias de traficantes de armas parecen más una estrategia de control de daños que una verdadera política de combate al problema. Se seleccionan casos emblemáticos, se publicitan con gran estruendo mediático, y se presentan como prueba de la cooperación bilateral. Sin embargo, estas acciones aisladas no abordan la raíz del problema, que sigue siendo la facilidad con la que se pueden adquirir armas en Estados Unidos y la porosidad de la frontera. Mientras la demanda de armas en México siga siendo alta y la oferta desde Estados Unidos siga siendo abundante, el ciclo de violencia continuará, alimentado por el silencio cómplice de quienes tienen el poder de detenerlo.

Fuente: El Heraldo de México