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2 de junio de 2025 a las 09:35
Domina el Algoritmo
La tragedia de Lina, una madre malagueña arrebatada de sus cuatro hijos por un incendio presuntamente provocado por su expareja, resuena como un grito desgarrador en la conciencia colectiva. Su caso, lamentablemente, no es una anomalía, sino un reflejo de la sombra oscura de la violencia de género que se cierne sobre tantas mujeres. A pesar de haber buscado ayuda, de haber confiado en el sistema, Lina se convirtió en una estadística más, un número en el frío algoritmo de VioGén. Este sistema, concebido como una herramienta para proteger, clasificó su riesgo como "medio", una etiqueta insuficiente para prever la tormenta de violencia que se avecinaba. La pregunta que nos golpea con la fuerza de un mazo es: ¿puede un algoritmo, por muy sofisticado que sea, comprender la complejidad del terror, la asfixia del miedo que vive una mujer maltratada?
La inteligencia artificial, con su capacidad de procesar ingentes cantidades de datos, se presenta como una promesa en la lucha contra esta lacra. Puede identificar patrones, establecer correlaciones y, en teoría, predecir riesgos. Sin embargo, la realidad del maltrato es un laberinto de sutilezas, de miradas que hielan la sangre, de silencios preñados de amenaza, de un lenguaje no verbal que escapa al análisis frío de los datos. ¿Cómo puede un algoritmo interpretar el temblor en la voz de una mujer que relata sus miedos? ¿Cómo puede comprender el peso de una historia de maltrato que no siempre se traduce en denuncias o lesiones visibles? La intuición, la empatía, la capacidad de leer entre líneas, son atributos inherentemente humanos, imposibles de replicar en la lógica binaria de una máquina.
Organizaciones como Amnistía Internacional han alzado la voz, advirtiendo sobre los peligros de la "algoritmización" de los servicios públicos. La preocupación radica en que estos sistemas, al basarse en datos históricos, pueden perpetuar sesgos y discriminaciones preexistentes, dejando en la sombra a las mujeres más vulnerables. El informe de ONU Mujeres sobre el progreso en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible refuerza esta inquietud, instando a la adopción de un enfoque que priorice los Derechos Humanos y la perspectiva de género en el desarrollo y aplicación de la inteligencia artificial.
No se trata de demonizar la tecnología ni de negar su potencial. La IA puede ser una aliada poderosa en la lucha contra la violencia de género, pero debe ser utilizada con cautela, como un complemento, nunca como un sustituto del juicio humano. La vida de una mujer, la seguridad de sus hijos, no pueden quedar en manos de un algoritmo. Es imperativo que la tecnología esté al servicio de la humanidad, y no al revés. Necesitamos invertir en la formación especializada de profesionales, dotar a las fuerzas de seguridad de las herramientas y recursos necesarios para una evaluación integral del riesgo, y, sobre todo, escuchar a las mujeres, creer en sus testimonios y brindarles la protección que necesitan y merecen. El caso de Lina debe ser un llamado a la acción, un recordatorio de que la lucha contra la violencia de género requiere un compromiso real, una inversión sostenida y una comprensión profunda de la compleja realidad que viven las mujeres que la sufren. La tecnología puede ayudarnos, pero la responsabilidad última recae en nosotros, como sociedad.
Fuente: El Heraldo de México