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3 de junio de 2025 a las 02:00

Alerta: Popocatépetl con 64 exhalaciones

La imponente silueta del Popocatépetl, eternamente vigilante sobre el valle de México, continúa envuelta en un velo de misterio. Las nubes, como un caprichoso lienzo celestial, ocultan su cima, impidiendo observar directamente la actividad en su cráter. Sin embargo, la ciencia nos permite "escuchar" los latidos del volcán, interpretando las señales que nos envía desde las profundidades de la tierra.

El Semáforo de Alerta Volcánica se mantiene en Amarillo Fase 2. Esta fase, aunque no representa un peligro inminente, nos recuerda la constante actividad del coloso y la importancia de permanecer informados y preparados. Imaginen el interior del volcán como una caldera en constante ebullición: las 64 exhalaciones registradas en las últimas 24 horas son como el vapor que escapa de la olla, liberando la presión acumulada. Estas exhalaciones, acompañadas de vapor de agua, gases volcánicos y, en ocasiones, ceniza, son un recordatorio de la fuerza latente que reside en el corazón del Popocatépetl.

Más allá de las exhalaciones visibles, los 232 minutos de tremor registrados –125 de alta frecuencia y 107 armónicos– nos hablan de un movimiento continuo en el interior del volcán. Es como si el magma, ese río de roca fundida, estuviera "murmurando" constantemente, desplazándose y buscando una salida. Estos tremores, aunque constantes, se mantienen dentro de los parámetros esperados para la fase actual, lo que indica una actividad estable, pero que requiere una vigilancia permanente.

El viento, ese escultor invisible, juega un papel crucial en la dispersión de las emisiones volcánicas. Los datos del radiosondeo atmosférico nos muestran una compleja danza de corrientes de aire a diferentes alturas, influyendo en la dirección que tomarían las cenizas en caso de una exhalación más significativa. Imaginen las partículas de ceniza como pequeños navegantes a merced de estas corrientes, viajando a través del cielo y depositándose a kilómetros de su origen.

La tecnología satelital, un ojo infalible en el cielo, nos permite observar la actividad del volcán desde una perspectiva privilegiada. Sin embargo, la persistente nubosidad actúa como una cortina, dificultando la observación directa de la superficie del cráter. A pesar de ello, la ausencia de ceniza detectable en las imágenes del satélite GOES-16 nos ofrece cierta tranquilidad.

El modelo HYSPLIT, una herramienta de predicción desarrollada por la CONAGUA, nos permite anticipar la posible trayectoria de las cenizas en las próximas 24 horas. Este modelo, basado en datos meteorológicos y la actividad volcánica, nos indica que, en caso de una exhalación importante, las cenizas podrían afectar principalmente zonas del sureste del Estado de México, suroeste de Puebla, Morelos, Guerrero e incluso alcanzar el Océano Pacífico. Esta información es vital para que las autoridades y la población estén preparadas y puedan tomar las medidas necesarias para mitigar los posibles efectos de la caída de ceniza.

El Popocatépetl, un gigante dormido pero en constante actividad, nos recuerda la fuerza imparable de la naturaleza. Mantenernos informados, seguir las recomendaciones de las autoridades y respetar las zonas de exclusión son acciones fundamentales para convivir con este imponente volcán y garantizar nuestra seguridad.

Fuente: El Heraldo de México