
1 de junio de 2025 a las 09:10
¡Tu voto decide!
La apatía cívica se extiende como una sombra sobre la jornada electoral. Un domingo, 1 de junio, que debería vibrar con la energía de la participación ciudadana, se tiñe de la resignación ante un sistema que parece haberse desvirtuado. No se trata de un llamado a la abstención, aclaremos, porque las instituciones, en su omnipotente "independencia", han decretado que cuestionar el proceso electoral es un delito. Un delito que te puede llevar a una humillación pública, a una disculpa forzada en el Senado. Un escenario, francamente, poco atractivo.
Resulta paradójico, casi inverosímil, que en una democracia, esa palabra que tanto se pregona, se coarte la libertad de cuestionar, de dudar. Pero cuando la democracia se asemeja a la "democracia popular", el silencio se impone. Y callamos, sí, tragándonos las dudas, los cuestionamientos, la incredulidad.
¿Cómo participar en una elección donde dos poderes del Estado desmantelan el tercero para reconstruirlo a su antojo, con individuos elegidos en la opacidad, con una lista interminable de supuestos expertos legales, una lista de la cual, se supone, debemos elegir? ¿Cómo confiar en un sistema que presenta candidatos con vínculos turbios, con el crimen organizado, con la tortura, o simplemente, con el oficialismo a ultranza?
La sombra de la duda se cierne también sobre la idoneidad de los elegidos por sorteo, una tómbola con pelotas de ping pong que rodaban por el suelo. ¿Y qué decir de las apariciones duplicadas en las listas, o de aquellos que figuraban a pesar de su explícita negativa a participar? Incluso el Senado admitió la presencia de "impresentables", delegando al INE la tarea de eliminarlos de las listas. ¿Con un marcador negro, quizás, sobre millones de boletas ya impresas?
No, no cuestionaremos nada, no vaya a ser que la maquinaria represora se active antes incluso de que los jueces sean puestos "a modo", a modo del crimen organizado, o de quien sea. La conciencia cívica tiene límites, y estos parecen haberse alcanzado.
Así que, mejor disfrutemos del domingo. Dejemos de lado las obligaciones, las preocupaciones, y refugiémonos en la comodidad del hogar. Exploremos las novedades en nuestras plataformas de streaming, descorchemos esa botella de whisky reservada para una ocasión especial, encendamos un buen puro dominicano (nunca cubano, por supuesto), y contemplemos, junto a nuestros seres queridos, el espectáculo tragicómico de una democracia que se desmorona.
Fuente: El Heraldo de México