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1 de junio de 2025 a las 05:40

El Jaguar casi se quita la vida

Desde las humildes calles de Delicias, Chihuahua, hasta los brillantes escenarios del regional mexicano, la trayectoria de Saúl "El Jaguar" Alarcón es un himno a la perseverancia. Imaginen a un niño de apenas tres años, el menor de trece hermanos, descubriendo la potencia de su voz en medio de la bulliciosa dinámica familiar. Esa chispa, ese talento innato, se convirtió en la llama que alimentaría sus sueños a lo largo de una vida marcada por el trabajo duro y la inquebrantable fe en sí mismo.

Mientras muchos niños de su edad se dedicaban al juego, Saúl combinaba sus estudios con la responsabilidad de contribuir al sustento familiar. Empacador, mesero, pintor… cada oficio fue un peldaño en su ascenso, una lección de humildad y esfuerzo que moldearía su carácter y lo prepararía para los desafíos que el futuro le deparaba. A los dieciséis años, su voz resonó con fuerza como la primera voz del grupo Ingratos, interpretando temas como "Gracias por llamarme ahora" y "Tarde", canciones que se convirtieron en la banda sonora de su ascenso local.

El eco de su talento llegó a oídos de Universal Music, quienes reconocieron la estrella en ciernes y le ofrecieron un contrato en 2005. "Yamily y Saúl", su primer álbum de duetos, fue el punto de partida de una carrera profesional que lo catapultaría a la fama. Pero el camino al éxito no estuvo exento de espinas. Detrás de la sonrisa carismática y la potente voz, se ocultaba una batalla interna que pocos conocían.

En una conmovedora entrevista con Gustavo Adolfo Infante para "El minuto que cambió mi destino", Saúl confesó haber enfrentado la oscura sombra de los pensamientos suicidas. Los primeros años en la Ciudad de México, lejos de su familia y luchando por un lugar en la competitiva industria musical, fueron un crisol de emociones. La incertidumbre económica, la presión constante y el desgarrador sentimiento de soledad lo llevaron al borde del abismo.

"De lo cansado que estaba, de lo triste que estaba porque no tenía dinero… no había avanzado absolutamente nada en casi dos años", confesó con la voz quebrada por la emoción. Recordó sus días en los parques, llorando en silencio, cuestionando a Dios por qué le negaba la oportunidad de demostrar su talento al mundo.

La desesperación lo llevó a ocultar su realidad a su familia, a quienes llamaba cada fin de semana con una máscara de optimismo, negándose a regresar a su hogar con las manos vacías, sin haber alcanzado su sueño. "Les marcaba los fines de semana a mis padres, pero yo no quería que se preocuparan por mí… Acababa de colgar con ellos y me ponía a llorar de la tristeza por mentirles", un testimonio desgarrador de la lucha interna que libraba.

La historia de Saúl "El Jaguar" no es un caso aislado. Estudios de prestigiosas publicaciones como Rolling Stone y Billboard revelan la crisis de salud mental que azota a la industria musical. La presión por el éxito, las extenuantes giras y la inestabilidad económica son factores que contribuyen a altos índices de ansiedad, depresión y pensamientos suicidas entre los artistas, especialmente aquellos que luchan por consolidar su carrera.

Pero Saúl, con la misma fuerza que lo impulsó a superar la pobreza y la adversidad, venció sus demonios internos. Con más de 15 años de trayectoria, continúa dejando una huella imborrable en la música regional mexicana, no solo por su talento, sino también por su historia de superación y compromiso social. Saúl "El Jaguar" es un ejemplo viviente de que los sueños, por más imposibles que parezcan, pueden alcanzarse con determinación, pasión y una inquebrantable fe en uno mismo. Su música es un testimonio de resiliencia, una inspiración para las nuevas generaciones de artistas y un recordatorio de que la fuerza interior puede vencer cualquier obstáculo.

Fuente: El Heraldo de México