La noche del sábado se tiñó de tragedia en una discoteca de Urdesa, Guayaquil. Lo que debía ser una noche de esparcimiento para Bryan Alberto Murillo Lascano, agente de la ATM, y su esposa, se convirtió en una pesadilla que culminó con la vida del uniformado. Las imágenes captadas por las cámaras de seguridad del local son escalofriantes, mostrando la crudeza del ataque y la desesperación de su esposa.

El video muestra un ambiente inicialmente festivo, con varias personas reunidas en la pista de baile. De pronto, la atención se centra en un altercado: un hombre intenta llevar a Murillo Lascano, quien se encontraba fuera de servicio y vestido de civil, hacia la salida del establecimiento. En medio del forcejeo, una figura con sudadera y gorra roja irrumpe en escena. Con una rapidez que hiela la sangre, alcanza al agente de la ATM y, aprovechando un instante en que Murillo le da la espalda, saca un arma de fuego y dispara a quemarropa.

La secuencia es impactante: el cuerpo del agente cae al suelo. El agresor, lejos de huir, regresa y vuelve a dispararle mientras yace indefenso. La escena posterior es desgarradora: la esposa de Murillo Lascano corre hacia su marido, intenta reanimarlo en medio de la conmoción y el horror, pero sus esfuerzos son en vano. La vida de Bryan Alberto se apaga en la pista de baile, dejando tras de sí una estela de dolor e incredulidad.

La noticia ha conmocionado a la ciudadanía guayaquileña y ha generado una ola de indignación en redes sociales. Las preguntas sin respuesta se acumulan: ¿qué motivó semejante acto de violencia? ¿cómo es posible que un arma de fuego ingrese a un centro nocturno? ¿dónde estaba la seguridad del local?

Según información preliminar difundida por medios locales, el altercado se originó por una discusión previa. Un dato aún más perturbador es que el agresor, presuntamente, también sería un miembro de la fuerza policial y compañero de Murillo Lascano. Se habla de rencillas previas entre ambos, aunque aún no se han esclarecido los detalles de estas desavenencias. La hipótesis de un ajuste de cuentas entre compañeros de uniforme añade una capa de complejidad y gravedad al caso, sembrando aún más dudas sobre la seguridad y la confianza dentro de las instituciones del orden.

Hasta el momento, se desconoce si el agresor ha sido detenido. Las autoridades se encuentran investigando el caso, recopilando evidencias y testimonios para esclarecer los hechos y llevar a la justicia al responsable de este crimen que ha enlutado a una familia y conmocionado a toda una comunidad. La exigencia de justicia por parte de la ciudadanía es un clamor unánime. Se espera que las investigaciones sean exhaustivas y transparentes, y que se tomen medidas para prevenir que tragedias como esta se repitan en el futuro. La seguridad ciudadana y la confianza en las instituciones son pilares fundamentales para la convivencia pacífica, y este caso pone de manifiesto la urgente necesidad de reforzar ambos.