
31 de mayo de 2025 a las 18:10
Ordenaciones sacerdotales por el Papa León XIV
La emoción palpitaba en el aire de la Basílica de San Pedro esta mañana. Una luz especial, la de la vocación sacerdotal, iluminaba los rostros de once hombres que, ante la mirada atenta del Papa León XIV, se convertían en nuevos sacerdotes para la Diócesis de Roma. Un momento culminante, la cristalización de años de formación, de discernimiento, de entrega a la llamada divina. Las palabras del Santo Padre resonaban con fuerza, cargadas de significado: "Ustedes son testigos de que Dios no se ha cansado de reunir a sus hijos, por diversos que sean, y de formarlos en una unidad dinámica”. Una unidad que se construye en la diversidad, un reflejo de la propia Iglesia, universal y acogedora.
Este llamado a la unidad, a la construcción de puentes en un mundo a menudo fragmentado, cobra especial relevancia en el contexto actual. El Papa León XIV, con la sabiduría y la humildad que lo caracterizan, no eludió la realidad de una "Iglesia herida", una Iglesia que, como cualquier institución humana, enfrenta desafíos y necesita sanar. Y son precisamente estos nuevos sacerdotes, con la frescura de su vocación y la fuerza de su compromiso, quienes están llamados a contribuir a esta reconstrucción. "Juntos, pues, reconstruiremos la credibilidad de una Iglesia herida, enviada a una humanidad herida, dentro de una creación herida". Una frase que invita a la reflexión, que interpela a cada uno de nosotros, creyentes o no, a asumir nuestra responsabilidad en la sanación de las heridas que aquejan a nuestro mundo.
La imagen de una creación herida es particularmente conmovedora. Nos recuerda la urgente necesidad de cuidar nuestro planeta, de respetar la naturaleza, de vivir en armonía con la creación. Los nuevos sacerdotes, como pastores del pueblo de Dios, tienen la misión de transmitir este mensaje, de promover una ecología integral que abarque todas las dimensiones de la vida humana.
El Papa León XIV, con su incansable labor pastoral, nos muestra una vez más su cercanía a la gente, su compromiso con las familias, con los niños, con los abuelos, con las personas ancianas. Mañana, en la Plaza de San Pedro, presidirá la Santa Misa por el Jubileo de las familias, un evento que sin duda congregará a miles de fieles de todo el mundo. Un momento de encuentro, de celebración, de reafirmación de los valores familiares en un mundo que a menudo los pone en tela de juicio.
Y como si esto fuera poco, por la tarde, el Santo Padre estará presente durante el paso de los ciclistas del Giro de Italia por la Ciudad del Vaticano. Un gesto de cercanía al mundo del deporte, un reconocimiento al esfuerzo y a la dedicación de estos atletas. Una imagen que quedará grabada en la memoria de todos: el Papa León XIV saludando a los ciclistas, animándolos en su recorrido, un símbolo de la unión entre la fe y el deporte, entre la espiritualidad y el esfuerzo físico. Un Papa cercano, un Papa que abraza la vida en todas sus manifestaciones, un Papa que construye puentes y tiende la mano a todos, sin distinción. Una figura que inspira esperanza en un mundo que necesita, más que nunca, de luz y de unidad.
Fuente: El Heraldo de México