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31 de mayo de 2025 a las 09:15
México: ¿Abierto o cerrado al mundo?
La sombra de la intolerancia se extiende: el eco de la extrema derecha europea resuena en México. La reciente llegada de un grupo de refugiados palestinos, gestionada por Shadi Abed, un compatriota suyo radicado en México desde 2018, ha desatado una ola de xenofobia que nos obliga a cuestionar la solidez de nuestra tradicional hospitalidad. Lo que debería haber sido un capítulo más en la larga historia de México como tierra de asilo, se ha transformado en un escenario de desconfianza y rechazo, alimentado por la importación de narrativas extremistas que encuentran terreno fértil en el ecosistema digital.
No podemos ignorar la penetración del discurso de la extrema derecha europea en nuestro país. El pánico moral que se propaga a través de las redes sociales, con usuarios de gran alcance amplificando mensajes de odio y miedo, replica los mismos argumentos que se utilizan en el Viejo Continente para criminalizar la migración. La llegada de dieciocho refugiados palestinos se ha magnificado como una "invasión", una amenaza a la identidad nacional, un primer paso hacia la "islamización" de México, obviando la histórica presencia del Islam en nuestra cultura.
Esta distorsión de la realidad no solo desconoce la riqueza y diversidad que el intercambio cultural ha aportado a lo largo de los siglos, sino que también confunde deliberadamente la figura del migrante con la del refugiado. El discurso antiinmigrante, cargado de prejuicios y generalizaciones, no distingue entre quienes buscan una vida mejor y quienes huyen de la persecución y la violencia, aplicando la misma etiqueta de "peligroso" a todo aquel que llega de fuera.
La retórica xenófoba de la extrema derecha se adapta y se expande, encontrando nuevos blancos en diferentes contextos. En México, este discurso se suma a la discriminación que ya sufren otros grupos migrantes, como colombianos, venezolanos y cubanos. La construcción del "otro" como una amenaza se basa en estereotipos y prejuicios que se refuerzan mutuamente. En el caso de los musulmanes, la imagen del "terrorista", alimentada por la guerra contra el terrorismo, se combina con el temor a una religión percibida como antagónica al catolicismo, la fe mayoritaria en el país.
Este episodio nos obliga a una profunda reflexión sobre la complejidad de nuestra identidad como nación hospitalaria. No basta con enorgullecernos de nuestro historial de asilo; debemos analizar críticamente los filtros, prejuicios y jerarquías que operan en nuestra sociedad y determinan quién es bienvenido y quién es rechazado. ¿A quién consideramos "uno de los nuestros" y a quién etiquetamos como una amenaza? La respuesta a esta pregunta revelará la verdadera naturaleza de nuestra hospitalidad y nos permitirá construir un futuro más inclusivo y justo para todos. El desafío está en desmantelar los discursos de odio y construir puentes de entendimiento, reconociendo la dignidad y los derechos de todas las personas, independientemente de su origen o creencias.
Es imperativo que las voces de la razón y la tolerancia se alcen con fuerza frente a la ola de xenofobia. Debemos promover un debate informado y crítico que desmonte los falsos argumentos de la extrema derecha y reafirme el valor de la diversidad cultural. La construcción de una sociedad más justa e inclusiva requiere un compromiso activo de todos los sectores: desde las instituciones gubernamentales hasta la sociedad civil, pasando por los medios de comunicación y las redes sociales. El futuro de México como tierra de asilo depende de nuestra capacidad para resistir la tentación del miedo y la exclusión, y abrazar la riqueza que la diversidad nos ofrece.
La llegada de los refugiados palestinos no debe ser vista como una amenaza, sino como una oportunidad para reafirmar nuestros valores de solidaridad y hospitalidad. Es una oportunidad para demostrar que México sigue siendo un refugio seguro para quienes huyen de la violencia y la persecución. Es una oportunidad para construir un futuro en el que la diversidad sea celebrada como una fuente de fortaleza y enriquecimiento para todos.
Fuente: El Heraldo de México