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31 de mayo de 2025 a las 05:35
Justicia para Ayotzinapa: Donato Descansa
El sol caía a plomo sobre Jalapa, Guerrero, pintando de naranja y violeta el cielo de las cinco de la tarde. Un cielo que, sin embargo, no podía iluminar la profunda tristeza que embargaba a los presentes. La tierra, árida y acostumbrada al sol implacable, recibía los restos de Donato Abarca Beltrán, un hombre cuyo nombre se ha unido irremediablemente a la lucha por la verdad y la justicia en México. Su partida deja un vacío inmenso en el corazón de su familia, en la comunidad de Ayotzinapa y en todos aquellos que han seguido de cerca el caso de los 43 estudiantes desaparecidos.
Don Donato, como le llamaban con respeto y cariño, no era solo el padre de Luis Ángel Abarca Carrillo, uno de los jóvenes desaparecidos aquella fatídica noche de Iguala. Era un símbolo de la resistencia, un ejemplo de la perseverancia incansable ante la adversidad. Durante más de diez años, caminó junto a los padres y madres de los 43, recorriendo incansablemente las calles, los juzgados, las instituciones, exigiendo respuestas, clamando por justicia. Su voz, ronca por el dolor y la indignación, se alzaba en cada marcha, en cada encuentro, recordándonos a todos la deuda pendiente que el Estado mexicano tiene con las víctimas de la violencia.
Hoy, Jalapa se viste de luto. El silencio, roto solo por los sollozos contenidos, se extiende por las calles polvorientas. Los rostros curtidos por el sol y la tristeza reflejan el peso de una década de lucha, de incertidumbre, de esperanza y de dolor. La Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, cuna de lucha y resistencia, se encuentra de nuevo de luto, perdiendo a uno de sus pilares, a uno de los padres que, con valentía y dignidad, se negaron a olvidar, a callar, a rendirse.
La imagen de don Donato, con su sombrero de palma y su mirada firme, quedará grabada en la memoria colectiva. Su lucha, sin embargo, no termina con su partida. Su legado de perseverancia y amor incondicional por su hijo se convierte en un estandarte para quienes continúan la búsqueda de la verdad. Los jóvenes normalistas, los familiares, las organizaciones de derechos humanos, todos aquellos que creen en un México más justo, recogen el testigo y se comprometen a seguir caminando, a seguir exigiendo justicia, a seguir gritando los nombres de los 43, incluyendo el de Luis Ángel, el hijo de don Donato.
La lucha sigue, aunque el corazón duela. La memoria de don Donato, su fuerza y su dignidad, se convierten en la semilla de una esperanza que se niega a morir. En cada paso, en cada grito, en cada acto de resistencia, don Donato estará presente, recordándonos que la verdad y la justicia son un derecho inalienable, y que la lucha por ellas, aunque larga y dolorosa, vale la pena. Que descanse en paz, don Donato Abarca Beltrán. Su ejemplo nos ilumina el camino.
Fuente: El Heraldo de México