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31 de mayo de 2025 a las 09:10

¡Descubre el Apoteósico Fraude!

La sombra del "fraude patriótico" se cierne nuevamente sobre México, pero esta vez con una perversidad inédita. Si bien el pasado nos ha entregado episodios turbios de manipulación electoral, desde las acusaciones a la familia revolucionaria hasta las "concertacesiones" que mermaban la voluntad popular, jamás habíamos presenciado una estratagema tan refinada y, al mismo tiempo, tan descaradamente tramposa como la que ha envuelto la reciente elección del Poder Judicial.

No se trata ya de alterar los resultados de las urnas, sino de corromper el proceso mismo desde su génesis. El fraude, en esta ocasión, no es la consecuencia, sino el origen. Un veneno que se inoculó en el sistema mucho antes de que se depositara el primer voto. Mientras que antaño los opositores clamaban contra la intervención de poderes fácticos en el conteo de votos, hoy la manipulación se teje en las mismas reglas del juego.

La estrategia, digna de una obra maestra del engaño, se desplegó en varios frentes. Por un lado, la asfixia sistemática de los organismos autónomos, como el INAI y la Cofece, instituciones concebidas para vigilar el ejercicio del poder, pero que fueron neutralizadas con una precisión quirúrgica. Por otro, la colonización de entidades como la CNDH y el INE, convertidas en meros títeres del régimen. Un INE desfigurado, una caricatura veleidosa de lo que alguna vez fue, incapaz de garantizar la imparcialidad de los comicios. La tardía y tímida recomendación de la señora GT sobre el uso de los "acordeones" para inducir el voto desde los gobiernos estatales, no es más que una anécdota, una muestra de la impotencia ante un sistema ya completamente cooptado.

Y qué decir del Tribunal Electoral, pieza clave en esta trama de manipulación, convertido en un apéndice del Ejecutivo. La actuación de Mónica Soto, fiel empleada del régimen, ha sido una prueba más de la subordinación de las instituciones a los designios del poder.

El Poder Legislativo, cómplice necesario en esta farsa, también ha jugado un papel deplorable. La Cámara de Diputados, con una composición fraudulentamente pervertida para favorecer al régimen, y el Senado, con sus votos comprados para legitimar lo ilegítimo, han consumado la captura del último bastión de la república: el Poder Judicial.

Todo esto se ha orquestado con una frialdad pasmosa, sin estridencias, "sin romper un vidrio", como diría el profeta. Una maniobra transexenal que ha ido tejiendo su red de control con paciencia y sigilo. Y ahora, con el pastel horneado y servido, las quejas resultan estériles. El fraude ya está consumado, la reforma aprobada, y lo demás son meros adornos. No veremos mañana una farsa con teclado de acordeón, porque la verdadera farsa ya se ha representado.

La tragedia de esta elección no reside en el resultado, sino en el proceso mismo. Un proceso viciado desde su origen, una burla a la democracia, un insulto a la inteligencia ciudadana. Y mientras tanto, la sombra del "fraude patriótico" se alarga, recordándonos que la historia, a veces, se repite como una tragedia grotesca.

Fuente: El Heraldo de México