
30 de mayo de 2025 a las 09:15
¿Voto o Veto? Decide el destino
La sombra del autoritarismo se cierne sobre México. Lo que presenciamos no es un proceso democrático, sino una orquestada toma del Poder Judicial por parte de la 4T. Se nos vende la ilusión de una elección, cuando en realidad las decisiones ya han sido tomadas en las altas esferas del poder. El ciudadano es relegado a un mero espectador, invitado a convalidar un menú preestablecido, un teatro político donde la participación ciudadana se reduce a una farsa.
Este domingo electoral no se trata de elegir, sino de legitimar. Legitimar el control absoluto de un partido que, con artimañas legales y atropellos a la democracia, busca silenciar cualquier voz disidente. La reforma judicial, aprobada con triquiñuelas y con una composición legislativa que traiciona la voluntad popular, es la base sobre la que se construye este simulacro de elección. Una reforma que, en lugar de fortalecer la independencia del Poder Judicial, lo somete al capricho del poder ejecutivo.
La apatía y el desencanto que se perciben en la sociedad no son producto de la casualidad. Son la respuesta natural a un sistema que niega la verdadera participación ciudadana. Millones de mexicanos, conscientes de la futilidad del voto en un contexto donde las decisiones ya están tomadas, optan por la resistencia pasiva. ¿Qué sentido tiene participar en una elección donde el resultado ya está predeterminado?
El paralelismo con los tiempos más oscuros del partido oficial es ineludible. Al igual que en 1976, con la candidatura única de José López Portillo, la falta de opciones reales y el vacío en las urnas podrían ser el detonante de un cambio profundo. Un cambio que, esperemos, nos lleve a una verdadera reforma electoral, capaz de reconstruir los cimientos de una democracia erosionada.
El INE, otrora garante de la imparcialidad electoral, se muestra hoy atemorizado, maniatado por el poder que lo puso contra las cuerdas. Los delitos electorales, evidentes para cualquiera que observe con atención, se cometen con impunidad. Acarreos, coacción, manipulación del voto… prácticas que se normalizan ante la pasividad de las autoridades.
La mecánica misma de la elección es una muestra más de la manipulación. No se contarán los votos en los centros de votación, ni siquiera los funcionarios de casilla participarán en el conteo. Las boletas no utilizadas no se anularán, abriendo la puerta a la manipulación y al fraude. ¿En qué se diferencia esto de una imposición autoritaria?
El caso de Texcoco es paradigmático. El desdén hacia la gobernadora Delfina Gómez, evidenciado en el vacío del alcalde Nazario Gutiérrez, contrasta con el apoyo brindado a Ricardo Sodi, candidato del Grupo Atlacomulco a la Suprema Corte. Una muestra más de las pugnas internas dentro de la 4T y la instrumentalización del poder para beneficio propio.
Nos encontramos en una encrucijada histórica. La democracia mexicana se encuentra en grave peligro. Es momento de alzar la voz, de exigir transparencia y respeto a la voluntad popular. El silencio y la apatía solo perpetuarán el ciclo de autoritarismo que amenaza con sumirnos en una nueva era de oscurantismo político. La lucha por la democracia es una tarea de todos, una responsabilidad que no podemos eludir. El futuro de México está en juego.
Fuente: El Heraldo de México