Desde las bulliciosas calles de Mazatlán hasta los elegantes comedores de Milán, el viaje culinario de Zahie Téllez es una oda a la memoria, una sinfonía de sabores que trasciende fronteras. No se trata simplemente de una chef, sino de una alquimista de la cocina, capaz de transformar ingredientes en experiencias, recetas en relatos. Su historia, tejida con los hilos de la tradición mexicana y libanesa, se enriquece con la precisión italiana, creando un tapiz culinario único y cautivador.

Imaginen las cocinas de su infancia en Sinaloa, el perfume de las especias árabes danzando con la frescura del mar, los guisos de olla murmurando historias de generaciones pasadas. Esa esencia, esa memoria gustativa, es la que Zahie lleva consigo, no como un recuerdo estático, sino como una llama viva que alimenta su creatividad. Su paso por la Università dei Sapori de Perugia no fue simplemente una adquisición de técnicas, sino un aprendizaje del ritual, del respeto por el ingrediente, de la lentitud necesaria para que los sabores se encuentren y se enamoren.

Es fascinante cómo una carrera en Relaciones Internacionales, un mundo aparentemente distante de los fogones, se convirtió en el preludio de su verdadera vocación. Esa experiencia, lejos de ser un desvío, aportó una visión global, una comprensión de las conexiones entre culturas que hoy se refleja en su cocina. A los 31 años, el llamado de la gastronomía fue irresistible. Zahie no solo cambió de profesión, sino que abrazó un destino.

Su presencia en MasterChef Celebrity la ha convertido en un rostro familiar, pero su influencia va mucho más allá de la pantalla. Zahie Téllez es una mentora para las nuevas generaciones de cocineros, una voz que inspira a buscar la autenticidad, a conectar con las raíces, a entender que la cocina es mucho más que una profesión: es una forma de expresión, una herramienta para construir puentes entre culturas y generaciones.

Desde el entrañable José Guadalupe, su pequeño rincón de sabores mexicanos en el Mercado Roma, hasta la sofisticación de Viva, en Milán, Zahie ha demostrado una versatilidad admirable. No se limita a un solo estilo, sino que explora las posibilidades infinitas de la gastronomía, siempre con la misma pasión, la misma dedicación. Su colaboración con Viviana Varese en Viva, un restaurante donde el arte y la cocina se funden en una experiencia sensorial, es un testimonio de su visión innovadora. Y en Sicilia, con su asesoría en un restaurante que celebra la riqueza de los productos locales, Zahie nos muestra su capacidad para conectar con la esencia de cada lugar, para interpretar los sabores de la tierra y el mar.

Pronto, su más reciente proyecto, es una invitación a descubrir la cocina del sur de Italia con un toque cosmopolita. Una propuesta accesible, pero sin concesiones en la calidad, que refleja la filosofía de Zahie: la buena comida no tiene por qué ser exclusiva, sino que debe ser un placer compartido.

En cada uno de sus proyectos, Zahie Téllez imprime su sello personal, esa "alma latinoamericana" que los críticos gastronómicos europeos han reconocido. No se trata de una fusión forzada, sino de una integración orgánica de sabores, texturas y aromas que cuentan historias, evocan recuerdos, despiertan emociones. Su cocina es un mapa afectivo, un viaje a través de sus propias raíces y las de aquellos que se sientan a su mesa. Y a través de sus redes sociales, Zahie comparte no solo recetas, sino también reflexiones sobre el poder de la comida para sanar, para celebrar, para conectar con lo más profundo de nuestro ser. Es esa honestidad, esa generosidad, la que la convierte en una figura tan inspiradora en el panorama gastronómico actual.