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30 de mayo de 2025 a las 19:10

¿Porfirio Díaz de vuelta a México? INAH responde

La repatriación de los restos de Porfirio Díaz, un tema que resurge de vez en cuando en el debate público, vuelve a estar en el candelero tras las recientes declaraciones de Diego Prieto Hernández, director general del INAH. Sus palabras, contundentes y directas, han generado una ola de reacciones y opiniones encontradas. Prieto Hernández afirma que no existe un interés real por parte del pueblo mexicano en el retorno de los restos del expresidente, quien falleció y fue sepultado en el cementerio de Montparnasse en París en 1915. "Ahí están bien", sentenció, una frase que sin duda resonará en los próximos días.

Más allá de la polémica que puedan suscitar estas declaraciones, es importante analizar el contexto histórico y político que envuelve la figura de Porfirio Díaz. Su largo mandato, conocido como el Porfiriato, es un periodo complejo y controvertido en la historia de México. Si bien se caracterizó por un importante crecimiento económico y modernización del país, también estuvo marcado por profundas desigualdades sociales, represión política y un férreo control del poder. Este legado ambivalente es precisamente lo que dificulta una valoración unánime sobre su figura y, por ende, sobre la pertinencia de repatriar sus restos.

Las palabras de Prieto Hernández apuntan a una herida aún abierta en la memoria colectiva del país. La idea de un posible regreso del "porfirismo", aunque simbólico, genera recelo en ciertos sectores de la sociedad. Para muchos, la permanencia de sus restos en Francia representa una especie de "exilio perpetuo" que se ajusta a la magnitud de las controversias que rodearon su gobierno.

Por otro lado, existen voces que defienden la repatriación de los restos de Díaz argumentando que, independientemente de su trayectoria política, se trata de un personaje histórico relevante para México y que, por lo tanto, merece descansar en su tierra natal. Para estos sectores, la decisión de dónde reposan sus restos no debería estar sujeta a juicios de valor sobre su gobierno, sino a un criterio de respeto a la historia y a la memoria nacional. En este sentido, se argumenta que el debate sobre la repatriación no debe centrarse en la figura de Díaz en sí misma, sino en el derecho de México a recuperar su patrimonio histórico.

La comparación con el caso del Penacho de Moctezuma, mencionado también por Prieto Hernández, añade otra capa de complejidad al tema. La negativa de Austria a devolver esta pieza clave del patrimonio cultural mexicano ilustra las dificultades que a menudo enfrentan los países en sus intentos por recuperar bienes culturales que se encuentran en el extranjero. Sin embargo, a diferencia del Penacho, cuyo valor histórico y cultural es indiscutible, la repatriación de los restos de Díaz se carga de una fuerte connotación política que dificulta el consenso.

En definitiva, la cuestión de la repatriación de los restos de Porfirio Díaz trasciende el ámbito meramente histórico y se adentra en el terreno de lo político y lo social. Es un debate que pone de manifiesto las diferentes interpretaciones del pasado y las visiones encontradas sobre el futuro del país. Mientras algunos ven en la permanencia de sus restos en Francia un símbolo de justicia histórica, otros la consideran una injusticia para con un personaje que, a pesar de sus errores, formó parte de la historia de México. El tiempo dirá si este debate se resuelve o si, por el contrario, los restos de Porfirio Díaz continúan descansando –o quizás “exiliados”– a miles de kilómetros de su tierra natal.

Fuente: El Heraldo de México