Imagina la escena: una cálida noche brasileña, la promesa de una refrescante cerveza "sin alcohol" para combatir el calor y la sed. Parece la opción perfecta para disfrutar responsablemente, ¿verdad? Sin embargo, en Brasil, esta aparente inocencia puede esconder una trampa legal y financiera considerable. La rigurosa Ley Seca del país, con su inflexible tolerancia cero, no distingue entre matices de "sin alcohol". Basta un soplido al alcoholímetro que registre la más mínima presencia de etanol para desatar una cascada de consecuencias: multas que superan los 500 euros, suspensión del carnet de conducir y la sombra de una posible reincidencia que multiplicaría la sanción por diez.

El problema radica en la sutil, pero crucial, diferencia entre las etiquetas "sin alcohol" y "0,0% de alcohol". La legislación brasileña permite que las bebidas con hasta un 0,5% de alcohol por volumen se comercialicen como "sin alcohol", una cantidad aparentemente insignificante pero suficiente para encender las alarmas del alcoholímetro. Es una trampa para el consumidor desprevenido que confía en la denominación "sin alcohol" como sinónimo de seguridad vial. El Inmetro, el Instituto Nacional de Metrología, ha alertado sobre este riesgo, advirtiendo que incluso pequeñas cantidades pueden ser detectadas, poniendo al conductor en la cuerda floja de la legalidad.

Un estudio realizado por el Inmetro en 2015, aunque demostró que una cantidad moderada (700 ml) de cerveza con hasta 0,4% de alcohol no generaba resultados positivos en el alcoholímetro tras un corto periodo de tiempo, deja un margen de incertidumbre. Las variables individuales, como el metabolismo, la cantidad ingerida y el tiempo transcurrido entre la ingesta y la prueba, introducen un factor de riesgo que las autoridades desaconsejan asumir.

La aparente contradicción entre la normativa que permite la venta de bebidas con hasta un 0,5% de alcohol como "sin alcohol" y la estricta aplicación de la Ley Seca genera una situación paradójica. El consumidor, buscando una opción responsable, puede verse inmerso en un costoso proceso legal, incluso habiendo actuado de buena fe. La única garantía, según las autoridades y expertos, es optar por productos con el sello inequívoco de "0,0% de alcohol" y, aun así, esperar un tiempo prudencial antes de ponerse al volante.

La situación exige una mayor claridad en el etiquetado y una campaña de concienciación que informe al consumidor sobre las sutiles diferencias entre las distintas categorías de bebidas "sin alcohol". Mientras tanto, en Brasil, la cerveza "sin alcohol" puede ser un lujo que pocos se pueden permitir. No solo por el precio de la bebida en sí, sino por el potencial coste de una multa, la suspensión del carnet y la angustia de enfrentarse a las consecuencias de una ley implacable. La promesa de una refrescante noche puede transformarse en una amarga lección sobre la letra pequeña de las etiquetas y la importancia de la precaución extrema al volante.