La salud de las mujeres, un pilar fundamental para el bienestar social, ha sido históricamente relegada a un segundo plano. Por mucho tiempo, la medicina ha operado bajo una óptica masculina, utilizando al cuerpo del hombre como modelo universal y dejando de lado las particularidades y necesidades específicas de la salud femenina. Esta visión sesgada ha tenido consecuencias significativas, dificultando el diagnóstico oportuno de enfermedades como las cardiovasculares, que en las mujeres suelen manifestarse de manera diferente y a menudo se confunden con estrés u otras afecciones. Las cifras son alarmantes: en la Ciudad de México, la obesidad afecta mayoritariamente a las mujeres, representando el 65% de los casos, y la mortalidad por enfermedades del corazón es más alta en mujeres (18%) que en hombres (15%). A pesar de esta realidad, los protocolos clínicos, en muchos casos, siguen sin incorporar una perspectiva de género, perpetuando la desigualdad en el acceso a una atención médica adecuada.

Más allá de las enfermedades específicas, es crucial reconocer el impacto de las labores de cuidado no remuneradas en la salud física y mental de las mujeres. La carga invisible del trabajo doméstico y el cuidado de la familia a menudo recae sobre sus hombros, generando agotamiento, estrés y postergando el cuidado de su propia salud. Esta realidad, invisibilizada durante décadas, exige una transformación profunda en la forma en que concebimos y abordamos la salud femenina.

En la Ciudad de México, bajo el liderazgo de la Jefa de Gobierno, Clara Brugada, se está impulsando una serie de acciones estratégicas para revertir esta situación y colocar la salud de las mujeres en el centro de la política pública. Estas acciones van desde la entrega de copas menstruales a adolescentes, acompañadas de talleres informativos para promover la higiene menstrual, hasta la creación de espacios de escucha y atención para mujeres en la etapa de la menopausia, ofreciendo información, alternativas de atención y, si es necesario, terapias de reemplazo hormonal.

El reconocimiento, la reducción y la redistribución de los cuidados son también ejes centrales de esta transformación. Las Utopías, espacios públicos innovadores, incorporarán áreas exclusivas para mujeres, brindando un respiro y la posibilidad de compartir experiencias y fortalecer redes de apoyo. Además, se implementará la vacunación contra el Virus del Papiloma Humano en niñas y adolescentes, una medida fundamental para la prevención del cáncer cervicouterino.

Para las mujeres embarazadas, se ofrecerá un apoyo económico y un acompañamiento integral, reconociendo la vulnerabilidad y las necesidades específicas durante esta etapa vital. Y en la lucha contra el cáncer de mama, se incrementará la capacidad de detección temprana con la incorporación de 20 nuevos mastógrafos, que formarán parte de una red de 100 equipos distribuidos en toda la capital.

Estas acciones, que buscan abarcar las diferentes etapas de la vida de las mujeres, demuestran un compromiso concreto con su bienestar integral. Porque la salud de las mujeres no es solo una cuestión individual, sino un asunto de justicia social. Cuando las mujeres tienen acceso a servicios de salud de calidad, cuando se les brinda apoyo y se les escucha, se genera un impacto positivo en toda la comunidad. Cuidar la salud de las mujeres es cuidar el futuro, es invertir en familias más sanas y en una sociedad más justa e igualitaria. La Ciudad que Produce Salud comienza con el reconocimiento y la atención de las necesidades de cada mujer, construyendo un presente y un futuro más saludable para todas.