
30 de mayo de 2025 a las 04:10
El impacto de la ausencia paterna
La ausencia paterna, una realidad que afecta a 2 de cada 3 familias mexicanas, deja una profunda huella en el desarrollo emocional de los hijos. El último censo del INEGI nos muestra una fotografía preocupante: mientras un 30.7% de la población disfruta de la convivencia con ambos padres, una gran mayoría crece sin la presencia constante del padre. Las razones varían, desde el fallecimiento, pasando por la residencia en otro hogar, hasta la incertidumbre sobre su paradero. Este vacío, más allá de lo estadístico, se traduce en un impacto emocional que merece nuestra atención.
La profesora Laura Hernández Trejo, de la Facultad de Psicología de la UNAM, arroja luz sobre esta problemática. En sus investigaciones, destaca la inevitable comparación que surge en la mente infantil. Los niños, al observar la interacción de sus compañeros con sus padres, se cuestionan la ausencia en sus propias vidas, generando un sentimiento de carencia afectiva. Esta falta de cariño, como semilla sembrada en tierra fértil, puede germinar en diversas emociones negativas.
Es crucial, según la experta, no minimizar estas emociones. La tristeza, la ira, la frustración, son expresiones naturales del dolor que experimentan estos niños. Intentar silenciarlas o disfrazarlas con frases superficiales sólo agrava la herida. En lugar de ello, se debe propiciar un espacio de escucha y comprensión. Preguntarles qué sienten, por qué se sienten así, y guiarlos a través de ese laberinto emocional, es el camino para sanar la herida.
La figura paterna, lejos de ser un rol secundario, es fundamental en la construcción de la seguridad y el bienestar emocional de los hijos. Una paternidad comprometida, presente y activa, es el antídoto contra el vacío que genera la ausencia. Aun en casos donde la distancia física sea inevitable, la calidad del tiempo compartido y la interacción genuina pueden mitigar las consecuencias negativas. Jugar, conversar, interesarse por sus inquietudes, son pequeños gestos que construyen grandes puentes afectivos.
Las afectaciones psicológicas derivadas de la ausencia paterna pueden manifestarse de diversas formas: desde problemas de autoestima e inseguridad, hasta dificultades para establecer relaciones interpersonales sanas. La tendencia a la rebeldía, la depresión, e incluso la búsqueda de figuras paternas sustitutas en contextos poco favorables, son algunas de las posibles consecuencias.
No podemos ignorar la corresponsabilidad en la crianza. La profesora Hernández Trejo enfatiza que la paternidad no debe recaer exclusivamente en las madres. La presencia paterna no se limita a compartir el mismo techo; requiere una participación activa y constante en la vida de los hijos. Muchos padres, inmersos en las exigencias laborales, se ausentan física o emocionalmente, perdiéndose momentos clave en el desarrollo de sus hijos. Esta ausencia silenciosa, aunque justificada por la necesidad de proveer, deja una huella tan profunda como la ausencia física. Es necesario replantear la dinámica familiar, priorizar el tiempo de calidad, y construir una paternidad presente, comprometida y afectuosa. Sólo así podremos romper el ciclo de la ausencia y brindar a nuestros hijos la base sólida que necesitan para un desarrollo pleno y saludable.
Fuente: El Heraldo de México