La reciente fallida operación para capturar a Nemesio Oseguera Cervantes, "El Mencho", líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), ha puesto en evidencia, una vez más, la alarmante facilidad con la que armamento de alto calibre cruza la frontera desde Estados Unidos hacia México, alimentando la violencia y el poderío de organizaciones criminales como el CJNG. El derribo de un helicóptero militar, un hecho sin precedentes en México, subraya la creciente capacidad bélica del cártel y la vulnerabilidad de las fuerzas de seguridad ante este arsenal proveniente del norte. La respuesta del CJNG, con una ola de violencia y narcoterrorismo que paralizó a varios municipios, demuestra la impunidad con la que operan y el terror que siembran en la población.

Este incidente no es un caso aislado. Se enmarca en un contexto mucho más amplio y preocupante: el flujo constante e ininterrumpido de armas desde Estados Unidos hacia México. Mientras la atención se centra en la figura de "El Mencho" y la violencia generada por el CJNG, el verdadero problema de fondo, el suministro incesante de armas, permanece en la sombra. Si bien las autoridades estadounidenses reconocen la problemática, las acciones para controlarla se quedan cortas. La laxitud en las regulaciones para la venta de armas y la falta de voluntad política para implementar medidas más estrictas, contribuyen a que miles de armas, incluyendo fusiles de asalto y ametralladoras, terminen en manos de criminales mexicanos.

La opacidad en el acceso a la información sobre el rastreo de armas dificulta la investigación y el análisis del problema. La ATF, a pesar de ser la agencia encargada de regular la industria de armas, no proporciona datos precisos sobre el volumen del tráfico ilegal. Esta falta de transparencia impide una comprensión cabal del fenómeno y limita la capacidad de diseñar estrategias efectivas para combatirlo.

Afortunadamente, investigaciones periodísticas independientes, utilizando datos filtrados y metodologías rigurosas, han arrojado luz sobre la magnitud del problema. Se estima que alrededor de 135,000 armas fueron traficadas desde Estados Unidos a México en 2022. Esta cifra, superior al armamento proporcionado por Estados Unidos a Ucrania durante la guerra, ilustra la desproporcionada cantidad de armas que fluyen hacia México y alimenta la violencia en el país.

La correlación entre el aumento del tráfico de armas y la tasa de homicidios en México es innegable. Además, se ha evidenciado que las armas más destructivas suelen provenir de comerciantes independientes, lo que pone de manifiesto la necesidad de una mayor regulación y control sobre este sector. La falta de acción por parte de las autoridades estadounidenses, ya sea por presiones políticas o por falta de recursos, tiene consecuencias devastadoras para México, perpetuando un ciclo de violencia que afecta a miles de personas.

Mientras el debate sobre el control de armas en Estados Unidos se centra en temas internos, la realidad es que la laxitud en sus leyes tiene un impacto directo en la seguridad y la estabilidad de México. Es urgente que se implementen medidas más estrictas para regular la venta de armas y se fortalezca la cooperación bilateral para detener el flujo ilegal de armamento. La seguridad de ambos países está en juego.