
30 de mayo de 2025 a las 09:15
El Chocolate Comunista: ¿Apocalipsis Zombi?
La narrativa oficial nos quiere hacer creer que la entrega del chocolate del bienestar es un acto de generosidad, una muestra de preocupación por la salud de nuestros niños. Pero, ¿qué se esconde tras esta aparente benevolencia? ¿Acaso no es más que una astuta maniobra de adoctrinamiento, una estrategia para moldear las mentes de las futuras generaciones? Analicemos con detenimiento.
Nos dicen que se busca combatir la comida chatarra, pero al mismo tiempo se introduce un producto con alto contenido de azúcar. ¿No es esto una contradicción flagrante? Se genera una escasez artificial, se prohíben las opciones privadas y se impone un producto estatal, creando una dependencia insidiosa. Y lo más preocupante: se tolera un mercado negro escolar, normalizando la transgresión de las normas. ¿Qué mensaje se está enviando a nuestros niños? Que las reglas son flexibles, que la ilegalidad es permisible si cuenta con el beneplácito del poder.
Esta "pedagogía de la anarquía funcional", como acertadamente la han llamado, es un peligro latente. No se está formando a ciudadanos críticos y responsables, sino a individuos sumisos, acostumbrados a operar al margen de la ley. Se les enseña que la obediencia ciega al Estado es lo único que importa, que el pensamiento individual debe ser sacrificado en aras de una supuesta comunidad homogénea.
La Nueva Escuela Mexicana, con su discurso de inclusión y justicia social, se convierte en la herramienta perfecta para este adoctrinamiento. Se reemplaza el pensamiento científico y crítico por una visión ideológica colectivista. Se erosionan los valores individuales, se promueve la dependencia y se anula la capacidad de cuestionamiento.
El chocolate del bienestar se convierte así en un símbolo, un emblema de esta ideología. Al igual que el chocolate Baracoa en Cuba o el chocolate Rey en Venezuela, no busca nutrir, sino generar lealtad y dependencia emocional hacia el régimen. No es un alimento, sino un instrumento de control.
No podemos permanecer indiferentes ante esta realidad. Debemos alzar la voz, denunciar estas prácticas manipuladoras y defender el derecho de nuestros niños a una educación libre y crítica. No permitamos que se les convierta en instrumentos de una ideología, en autómatas sin capacidad de pensar por sí mismos. El futuro de nuestra nación está en juego.
Ante la gravedad de estas acusaciones, es crucial que las autoridades educativas respondan a estos cuestionamientos. La transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales para generar confianza y asegurar que la educación de nuestros niños no esté siendo manipulada con fines políticos. Exigimos una investigación exhaustiva que aclare la situación y garantice que las políticas educativas se basen en principios pedagógicos sólidos y no en agendas ideológicas ocultas. El futuro de nuestros hijos está en juego, y no podemos permitir que se convierta en moneda de cambio de ningún proyecto político.
Fuente: El Heraldo de México