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30 de mayo de 2025 a las 03:55
Cejas falsas: la broma perruna que conquistó internet
La viralización del video del perrito con cejas pintadas en Zinacantepec ha desatado un intenso debate en redes sociales, poniendo sobre la mesa la delgada línea entre la broma inocente y el maltrato animal. Mientras algunos internautas se divierten con la imagen del can luciendo unas prominentes cejas postizas, otros expresan su profunda indignación y preocupación por el bienestar del animal. ¿Es esto una simple travesura o una muestra de irresponsabilidad que merece ser sancionada?
La escena, capturada en un video que circula por X (antes Twitter), muestra al perrito paseando tranquilamente por lo que parece ser un mercado o zona de puestos de comida. Lo que llama la atención, y ha provocado la cascada de reacciones, son las marcadas cejas dibujadas en su rostro. La aparente tranquilidad del animal contrasta con la intensidad del debate que ha generado su imagen.
Para algunos, se trata de una anécdota curiosa, una imagen graciosa que merece ser compartida y comentada con humor. Las redes se han llenado de memes y chistes sobre el perrito y sus nuevas cejas, convirtiéndolo en una especie de celebridad viral. Sin embargo, esta visión desenfadada no es compartida por todos.
Un sector considerable de usuarios manifiesta su malestar y repudio ante lo que consideran una falta de respeto hacia el animal. Argumentan que, independientemente de las intenciones de quienes pintaron las cejas del perrito, se trata de una acción innecesaria que podría haberle causado estrés o incluso alguna reacción alérgica. La aparente docilidad del animal, y la posibilidad de que sea un perro callejero sin un dueño que lo proteja, agrava la situación a ojos de estos usuarios.
La discusión se centra en la falta de consentimiento del animal. ¿Tiene derecho un perro a decidir sobre su propia apariencia? ¿Podemos tomar decisiones sobre su cuerpo sin su consentimiento, por muy inofensivas que parezcan? Estas son algunas de las preguntas que plantean quienes defienden los derechos de los animales.
El debate se extiende también a la responsabilidad de quienes difunden y consumen este tipo de contenido. ¿Contribuye el humor y la viralización a normalizar conductas que podrían ser perjudiciales para los animales? ¿Deberíamos ser más críticos con el contenido que compartimos y promovemos en redes sociales?
El caso del perrito de Zinacantepec nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con los animales y sobre los límites del humor. Más allá de la anécdota viral, se abre una oportunidad para discutir sobre el respeto a los seres vivos y la importancia de garantizar su bienestar. La indignación de muchos usuarios no se limita a la broma en sí, sino que refleja una creciente conciencia sobre la necesidad de proteger a los animales y de condenar cualquier acción que pueda poner en riesgo su salud física o emocional. El debate continúa abierto, y la pregunta sigue resonando: ¿broma inocente o maltrato disfrazado?
Fuente: El Heraldo de México