La tragedia ha teñido de rojo las calles de Santa Marta. El brutal asesinato de Natalia Portillo, una mujer venezolana de 30 años conocida como "La Fresita", ha conmocionado a la comunidad y reavivado el debate sobre la violencia de género en Colombia. El pasado 27 de mayo, su cuerpo fue encontrado sin vida en la Troncal del Caribe, tras haber sido baleada y arrojada desde un vehículo en movimiento. Un acto de barbarie que ha dejado a tres niños sin madre y a una ciudad sumida en la indignación.

La vida de Natalia, como la de tantas otras mujeres migrantes, estaba marcada por la lucha constante. Llegó a Colombia desde Venezuela buscando un futuro mejor para sus hijos, a quienes mantenía trabajando como dama de compañía. Santa Marta, la ciudad que la acogió durante años, se convirtió en el escenario de su trágico final. La imagen de una madre soltera, luchando por sacar adelante a su familia en un país ajeno, resuena con fuerza en el corazón de quienes conocen su historia. Se multiplican las voces que exigen justicia, que claman por un freno a la violencia que arrebata vidas y destruye familias.

Las autoridades se encuentran inmersas en una carrera contra el tiempo para esclarecer los hechos. La última vez que se vio con vida a Natalia fue en el centro de la ciudad, momentos antes de subir al vehículo que se convertiría en su tumba. ¿Quién era el conductor? ¿Cuáles fueron los motivos que desencadenaron este acto de violencia extrema? Interrogantes que flotan en el aire, mientras los investigadores recopilan pruebas y siguen las pistas que puedan conducir a la captura del responsable.

El pasado de Natalia también ha salido a la luz, añadiendo una capa de complejidad al caso. En 2021, fue arrestada por apuñalar a su expareja y a su nueva compañera en un ataque de celos. Este episodio, aunque no justifica de ninguna manera el atroz crimen del que fue víctima, se ha convertido en una de las líneas de investigación. ¿Se trata de una venganza? ¿Existe una conexión entre este incidente y su asesinato? Las autoridades mantienen cautela, evitando especulaciones mientras profundizan en las pesquisas.

La sombra del feminicidio se cierne sobre este caso, un flagelo que sigue cobrando la vida de mujeres en Colombia y en toda Latinoamérica. La vulnerabilidad de las mujeres migrantes, a menudo enfrentadas a la discriminación y la falta de acceso a redes de apoyo, las convierte en un blanco fácil para la violencia. El caso de Natalia Portillo es un llamado urgente a la reflexión, a la acción, a la construcción de una sociedad donde las mujeres puedan vivir libres del miedo, donde sus vidas sean valoradas y protegidas. El clamor por justicia para "La Fresita" es también un clamor por un futuro donde ninguna mujer tenga que pagar con su vida el simple hecho de ser mujer. La investigación continúa, y con ella la esperanza de que se haga justicia y se castigue a los responsables de este terrible crimen que ha conmocionado a Santa Marta y a todo un país.