
30 de mayo de 2025 a las 02:05
Indonesia: el país que más tabaco consume
La sombra del tabaco se extiende sobre México, dejando una estela de preocupación en el ámbito de la salud pública. Si bien no lideramos las estadísticas mundiales de consumo, la realidad dista mucho de ser alentadora. Ocupar el sexto lugar en América Latina, con un 13.1% de la población adulta fumando, según datos de la OMS, nos obliga a encender las alarmas y a preguntarnos qué estamos haciendo mal. Catorce millones de mexicanos mayores de 15 años entregados al hábito del tabaco pintan un panorama sombrío, un futuro potencialmente plagado de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer.
Pero la problemática no se detiene ahí. La situación se torna aún más preocupante al analizar las cifras en adolescentes. La Organización Panamericana de la Salud coloca a México en el tercer puesto de consumo de tabaco entre jóvenes de 13 a 15 años, con una prevalencia del 19.8%. Imaginemos el futuro de estos jóvenes, un futuro que podría verse truncado por las consecuencias devastadoras del tabaco. ¿Estamos haciendo lo suficiente para protegerlos? ¿Estamos comunicando eficazmente los riesgos asociados a este hábito?
Es imperativo que reflexionemos sobre las causas subyacentes que alimentan esta problemática. ¿Qué factores socioeconómicos, culturales o psicológicos impulsan a tantos mexicanos, especialmente a los jóvenes, a caer en las garras del tabaco? ¿Es la presión social? ¿La falta de información? ¿La fácil accesibilidad a los productos de tabaco?
Debemos ir más allá de las estadísticas y comprender la complejidad del problema. Necesitamos implementar estrategias integrales que aborden la prevención desde la raíz. Programas educativos en escuelas y comunidades, campañas de sensibilización dirigidas a padres y jóvenes, y políticas públicas que restrinjan la publicidad y el acceso al tabaco son cruciales para revertir esta tendencia.
No podemos permitir que el tabaco siga robando la salud y el futuro de nuestros jóvenes. Es hora de actuar con determinación y compromiso. La lucha contra el tabaquismo es una responsabilidad compartida que exige la participación de todos los sectores de la sociedad. Desde el gobierno hasta las familias, pasando por las instituciones educativas y los medios de comunicación, debemos unir fuerzas para crear un entorno libre de humo y proteger la salud de las futuras generaciones.
La adicción al tabaco no es una elección, es una enfermedad. Ofrecer apoyo y recursos a quienes desean dejar de fumar es fundamental. Programas de deshabituación, terapias y líneas de ayuda telefónica pueden marcar la diferencia en la vida de miles de personas. Recordemos que detrás de cada cifra hay una historia, una vida que merece ser vivida plenamente, libre de las cadenas del tabaco. El momento de actuar es ahora. El futuro de nuestra salud está en juego.
Fuente: El Heraldo de México