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26 de abril de 2025 a las 06:45

Puebla: Furia ciudadana por la inseguridad

La tensión se palpa en el aire de Acatzingo, Puebla. El humo aún se eleva desde la puerta calcinada del Palacio Municipal, un testimonio silencioso de la furia que se desató la tarde del 25 de abril de 2025. Lo que comenzó como un acto de justicia ciudadana, la detención de dos presuntos ladrones de mototaxis en San Juan Cozac, escaló rápidamente a una confrontación directa con las autoridades. La negativa de estas a entregar a los sospechosos a la enardecida multitud encendió la mecha de la indignación.

Las llamas que consumieron la entrada del edificio municipal y una patrulla policial no fueron solo un acto de vandalismo, sino un grito desesperado de una comunidad harta de la inseguridad. San Juan Cozac, según testimonios, se ha visto azotada por una ola de robos de mototaxis, el principal medio de transporte en la zona. La frustración acumulada por la aparente ineficacia de las autoridades para frenar estos delitos, explotó con la captura de los presuntos responsables.

La imagen de la turba congregada frente al Palacio Municipal, exigiendo justicia por mano propia, refleja la profunda desconfianza en el sistema judicial. La posibilidad de que los detenidos fueran liberados sin consecuencias, como se rumorea que ha ocurrido en ocasiones anteriores, fue el detonante que desató la ira contenida. Los videos que circulan en redes sociales muestran la intensidad del momento, la desesperación de los habitantes de Acatzingo, y la precariedad de la seguridad en la región.

Mientras el Gobierno del Estado ha activado el Protocolo Contra Linchamientos, la pregunta que queda en el aire es: ¿qué medidas se tomarán para abordar las causas subyacentes de este estallido social? ¿Se escucharán las demandas de los habitantes de San Juan Cozac y se reforzará la seguridad en la zona? ¿Se investigarán las acusaciones de impunidad que circulan en redes sociales contra el presidente municipal, Germán Coleote Jiménez?

La quema de la puerta del Palacio Municipal y la patrulla no son solo daños materiales, son símbolos de una fractura social que necesita ser atendida con urgencia. Acatzingo, hoy, es un reflejo de la compleja realidad que se vive en muchas partes del país: la lucha contra la inseguridad, la desconfianza en las instituciones y la necesidad de un diálogo real entre la ciudadanía y sus gobernantes. El futuro de Acatzingo dependerá de la capacidad de las autoridades para responder a estas demandas y reconstruir la confianza perdida. El humo se disipará, pero las cicatrices de este incidente permanecerán como un recordatorio de la necesidad de un cambio. ¿Estarán las autoridades a la altura del desafío? El tiempo lo dirá.

Fuente: El Heraldo de México