La conmoción se apodera de Formosa. La pequeña María Maidana, de tan solo cinco años, fue encontrada sin vida, enterrada cerca de su hogar en Villa Dos Trece. Un descubrimiento que ha desatado la indignación y el clamor por justicia en toda la comunidad. La tragedia comenzó a develarse con la preocupación de la abuela de María, una mujer de 47 años que, alertada por la ausencia de la niña en el jardín de infantes durante varios días, decidió visitar a su hija de 20 años. Las respuestas evasivas de la joven madre despertaron las sospechas de la abuela, quien, sin dudarlo, acudió a la policía para pedir ayuda.

De inmediato, se desplegó un operativo de búsqueda. Los agentes interrogaron a la madre de María, cuyas contradicciones y nerviosismo se convirtieron en la primera pieza del rompecabezas. Inicialmente, la joven ofreció versiones inconsistentes sobre el paradero de su hija, mencionando la posibilidad de que estuviera con un familiar. Sin embargo, la presión del interrogatorio la llevó a cambiar su declaración, afirmando que la niña había caído al río Bermejo cinco días atrás. Una historia que no convenció a los investigadores.

La intuición policial, alimentada por la actitud sospechosa de la madre, llevó a los agentes a intensificar la búsqueda en las inmediaciones de la vivienda. Y fue allí, a unos 1.200 metros del hogar, donde se encontró el cuerpo de la pequeña María, dentro de una bolsa oscura, enterrado en la tierra. Un hallazgo desgarrador que echó por tierra las versiones ofrecidas por la madre y encendió las alarmas sobre un posible crimen.

Ahora, la investigación se centra en esclarecer las circunstancias que rodearon la muerte de María. La autopsia será crucial para determinar la causa del fallecimiento y si hubo participación de terceros. La madre de la niña y su pareja, un joven de 24 años, se encuentran bajo la lupa de la justicia, mientras la comunidad formoseña exige respuestas y justicia para la pequeña María, cuya vida fue truncada de manera tan brutal. El caso ha generado una profunda reflexión sobre la vulnerabilidad de los niños y la importancia de la actuación inmediata ante cualquier indicio de peligro. La sociedad formoseña se une en el dolor y la esperanza de que este terrible suceso no quede impune, y que se tomen las medidas necesarias para proteger a los más pequeños, quienes merecen crecer en un entorno seguro y libre de violencia. La memoria de María Maidana se convierte en un llamado a la conciencia colectiva y a la responsabilidad de todos en la construcción de una sociedad más justa y protectora.