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25 de abril de 2025 a las 16:30
Perrito elevado por dron: ¿broma o crueldad?
La creciente ola de indignación que recorre las redes sociales tiene un nuevo foco: un grupo de adolescentes de Xul-Ha, Quintana Roo, que decidieron convertir la crueldad animal en un macabro espectáculo. El pasado miércoles 23 de abril, un video que publicaron en sus perfiles dejó al descubierto su acto de barbarie: un pequeño cachorro suspendido a 10 metros de altura, debatiéndose entre la vida y la muerte, mientras sus verdugos se reían a carcajadas.
Las imágenes, de una crudeza impactante, muestran al indefenso animal colgando en el vacío, luchando por liberarse de las ataduras que lo mantenían preso de la crueldad humana. Los 30 segundos de grabación se convierten en una eternidad de sufrimiento para el cachorro y en una muestra escalofriante de la insensibilidad de quienes lo sometieron a semejante tortura. El sonido de las risas de los adolescentes, que acompaña la angustiosa escena, resuena como un eco siniestro de la falta de empatía y respeto por la vida.
La identidad de uno de los responsables, Rubén "N", ha salido a la luz gracias a las redes sociales. Su perfil de Facebook, lejos de mostrar arrepentimiento, exhibe un historial de actividades de cacería y fotografías de animales muertos, lo que ha encendido aún más la furia de la comunidad virtual. Este prontuario digital pinta un panorama desolador de la mentalidad que se esconde detrás de este acto de crueldad y plantea interrogantes sobre la normalización de la violencia contra los animales.
La sociedad quintanarroense, consternada por este acto de barbarie, exige justicia. Ciudadanos y usuarios de redes sociales han alzado la voz, demandando a las autoridades una investigación exhaustiva y la aplicación de todo el peso de la ley contra los responsables. Organizaciones protectoras de animales se han unido al clamor popular, instando a la población a denunciar cualquier indicio de maltrato animal en sus comunidades. El silencio de las autoridades hasta el momento añade un elemento de preocupación a la situación.
En Quintana Roo, los animales son reconocidos como seres sintientes, una categoría que les otorga una protección legal específica. El Código Penal del estado contempla penas de hasta 6 años de prisión para quienes atenten contra la vida y el bienestar de los animales. El artículo 179-Bis, en particular, establece sanciones de uno a cinco años de prisión y multas significativas para aquellos que inflijan actos de crueldad que, si bien no ponen en peligro la vida del animal, le causan un maltrato evidente y un posible daño permanente. En este caso, la grabación del acto y la difusión en redes sociales constituyen pruebas irrefutables de la crueldad ejercida contra el cachorro.
Las últimas reformas en materia de bienestar animal, que establecen la apertura de una investigación automática por este tipo de delitos sin necesidad de una denuncia formal, deberían agilizar el proceso judicial. La sociedad espera que las autoridades actúen con celeridad y contundencia, no solo para castigar a los responsables de este acto repudiable, sino también para enviar un mensaje claro: la crueldad animal no será tolerada en Quintana Roo. Este caso se convierte en una prueba de fuego para la aplicación de las leyes de protección animal y para la construcción de una sociedad más justa y respetuosa con todas las formas de vida. El silencio de las autoridades no solo es preocupante, sino que también alimenta la impunidad y la repetición de estos actos de barbarie. La pregunta que queda en el aire es: ¿cuándo se hará justicia para este pequeño cachorro y para todos los animales que sufren en silencio la crueldad humana?
Fuente: El Heraldo de México