La tranquilidad de la tarde del jueves se vio abruptamente interrumpida en los alrededores de la emblemática Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, "La Lomita", un lugar de recogimiento y fe para la comunidad culiacanense. La escena, que contrastaba drásticamente con la serenidad habitual del entorno, mostraba un Honda Civic tinto, con placas sobrepuestas, aparcado cerca del recinto religioso. Su cajuela, ligeramente entreabierta, dejaba entrever un contenido macabro: tres bolsas plásticas con restos humanos en su interior. El descubrimiento, realizado por elementos de seguridad tras una llamada anónima a las líneas de emergencia alrededor de las 17:50 horas, ha conmocionado a la feligresía y a la sociedad en general, sembrando la incertidumbre y el temor.

La noticia corrió como reguero de pólvora entre los asistentes a la parroquia y los vecinos de la zona, quienes no daban crédito a lo que estaba sucediendo. "La Lomita", un símbolo de esperanza y devoción, se veía ahora ensombrecida por la tragedia. El murmullo de las oraciones y los cantos religiosos fue reemplazado por el sonido de las sirenas y el ajetreo de las autoridades. Agentes estatales acordonaron rápidamente el área, impidiendo el paso a curiosos y preservando la escena del crimen. La imagen del vehículo, con su siniestro cargamento, se convirtió en un crudo recordatorio de la violencia que azota a la región.

Según los primeros informes, los restos corresponderían a dos personas aún no identificadas. El Servicio Médico Forense (SEMEFO) se ha hecho cargo de la macabra encomienda, iniciando un meticuloso proceso de análisis forense que incluye estudios de ADN y otras pruebas periciales. La esperanza es que estos estudios arrojen luz sobre la identidad de las víctimas y las circunstancias que rodearon su muerte. Mientras tanto, la incertidumbre y la angustia se apoderan de las familias que tienen seres queridos desaparecidos, quienes temen lo peor.

La Diócesis de Culiacán, visiblemente consternada por el hallazgo, emitió un comunicado titulado "La violencia y la muerte no tienen la última palabra", en el cual expresa su profundo dolor y hace un llamado a la reflexión colectiva. El texto, cargado de un profundo sentido humanitario, recuerda la importancia de la paz y la reconciliación en una sociedad lacerada por la violencia. "La Iglesia eleva su oración por la paz, por las víctimas y sus familias, así como por toda la comunidad que se ve afectada por estos acontecimientos”, reza el comunicado, citando el evangelio de Mateo: "Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios" (Mt 5,9). Un mensaje de esperanza en medio de la oscuridad, una exhortación a la unidad y a la construcción de un futuro más pacífico.

Las autoridades, por su parte, continúan con las investigaciones, tratando de desentrañar los detalles de este macabro suceso. Se espera que en los próximos días se den a conocer más detalles sobre la identidad de las víctimas y los posibles responsables. La comunidad, conmocionada y dolida, exige justicia y un alto a la violencia que ha cobrado tantas vidas. La sombra de la tragedia se cierne sobre "La Lomita", un recordatorio constante de la fragilidad de la vida y la urgente necesidad de construir una sociedad más justa y pacífica.