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25 de abril de 2025 a las 09:30

IA: ¿Bendición o amenaza?

La irrupción de la Inteligencia Artificial (IA) en nuestras vidas es un hecho innegable. Desde la medicina hasta las finanzas, pasando por la educación y el entretenimiento, esta tecnología está transformando la manera en que interactuamos con el mundo. En México, nos encontramos ante una encrucijada: aprovechar el enorme potencial de la IA para impulsar el desarrollo nacional o quedarnos rezagados, expuestos a los riesgos que un uso descontrolado puede acarrear. Por ello, la iniciativa de reforma a la Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación y a la Ley Federal de Derechos de Autor, en materia de Inteligencia Artificial, se presenta como un paso crucial para construir un futuro donde la tecnología esté al servicio del bienestar colectivo.

Esta iniciativa no surge en el vacío. Responde a la necesidad imperante de establecer un marco jurídico claro y preciso que defina qué entendemos por IA y cómo vamos a regular su desarrollo e implementación en el país. No se trata de frenar la innovación, sino de encauzarla, de asegurar que su uso sea ético y responsable, priorizando siempre la dignidad humana, la privacidad y la no discriminación. Imaginen un escenario donde los algoritmos, en lugar de ser herramientas para el progreso, reproduzcan y amplifiquen las desigualdades existentes, perpetuando sesgos y discriminaciones. Imaginen la manipulación de la opinión pública a través de contenidos falsos generados por IA, erosionando la confianza en las instituciones y en la propia realidad. Estos son riesgos reales que debemos afrontar con determinación y visión de futuro.

La propuesta que presentamos se basa en un enfoque preventivo y ético, colocando a las personas en el centro del desarrollo tecnológico. No podemos permitir que la IA se convierta en un instrumento de control o en un privilegio de unos pocos. La soberanía tecnológica es fundamental, y para alcanzarla necesitamos invertir en investigación y desarrollo, fomentar la formación de especialistas y crear infraestructuras como el Laboratorio Nacional de Inteligencia Artificial, un espacio donde converjan las mentes más brillantes del país para trabajar en proyectos estratégicos que impacten positivamente en la vida de todos los mexicanos.

Desde la predicción de sismos y huracanes hasta el desarrollo de diagnósticos médicos personalizados y la búsqueda de soluciones para el cambio climático, las aplicaciones de la IA son prácticamente ilimitadas. Pensar en la IA es pensar en un futuro donde la tecnología se pone al servicio de la salud, la educación, el medio ambiente y la justicia social. Pero para que ese futuro sea posible, necesitamos reglas claras, mecanismos de vigilancia y un compromiso inquebrantable con los derechos humanos.

No se trata de una tarea sencilla. La IA evoluciona a un ritmo vertiginoso, y la regulación debe ser lo suficientemente flexible para adaptarse a los constantes cambios, sin perder de vista los principios éticos que deben guiar su desarrollo. Por ello, la iniciativa propone un modelo basado en principios generales, complementado con la facultad de emitir lineamientos sectoriales específicos de manera periódica. Este enfoque, alineado con las mejores prácticas internacionales de organismos como la OCDE y la UNESCO, nos permitirá mantener un equilibrio entre la innovación y la protección de los derechos fundamentales.

El desarrollo de la IA no puede quedar en manos de las grandes corporaciones, muchas de ellas extranjeras, que priorizan el beneficio económico sobre el bienestar social. Desde el Congreso de la Unión, asumimos la responsabilidad de impulsar una regulación que garantice un desarrollo tecnológico ético, soberano e inclusivo, donde la IA sea una herramienta para construir un México más justo, equitativo y próspero para todas y todos.

Fuente: El Heraldo de México