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25 de abril de 2025 a las 17:15

El misterio tras el ataúd del Papa

Roma se prepara para despedir a un pastor, a un líder, a un hombre que tocó los corazones de millones alrededor del mundo. El silencio que se cierne sobre la Ciudad Eterna es palpable, un silencio preñado de respeto, de admiración, y sí, también de tristeza. Tras el anuncio del fallecimiento del Papa Francisco, una ola de conmoción y duelo ha recorrido el planeta, uniendo a creyentes y no creyentes en un sentimiento compartido de pérdida. Las calles que usualmente bullen de actividad turística ahora se ven inundadas por una marea humana de peregrinos, llegados de todos los rincones del mundo para rendir un último homenaje al Sumo Pontífice. Sus rostros, marcados por la emoción, reflejan la profunda conexión que el Papa Francisco logró establecer con la humanidad durante su pontificado.

Más de 128,000 peregrinos, según cifras oficiales del Vaticano, han desfilado ante los restos mortales del Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, un testimonio elocuente del cariño y la veneración que despertaba. Las puertas de la Basílica, abiertas incluso hasta altas horas de la madrugada, han sido testigos silenciosos de un flujo incesante de fieles, deseosos de despedirse de su pastor. Escenas conmovedoras se han repetido una y otra vez: lágrimas silenciosas, oraciones susurradas, rostros llenos de dolor, pero también de esperanza. La fe, ese lazo invisible que une a millones, se ha manifestado con fuerza en estos días de duelo, ofreciendo consuelo y fortaleza ante la pérdida.

La logística para un evento de tal magnitud es un desafío titánico. El cierre de la Plaza de San Pedro, anunciado a través de mensajes a celulares, es una muestra de la compleja organización que requiere la ceremonia fúnebre. Cada detalle, cuidadosamente planificado, busca garantizar la solemnidad y el respeto que merece la ocasión. Desde la clausura del ataúd, un acto íntimo y cargado de simbolismo, hasta la misa de cuerpo presente que se celebrará en la Plaza de San Pedro, cada paso está impregnado de una profunda significación religiosa y protocolaria.

La presencia del Cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, presidiendo la misa, subraya la importancia del momento. Junto a él, más de 50 jefes de Estado y 100 delegaciones internacionales se congregarán para dar el último adiós al Papa Francisco. Un evento que trascenderá las fronteras religiosas y políticas, uniendo al mundo en un homenaje a un hombre que dedicó su vida al servicio de los demás, a la búsqueda de la paz y a la defensa de los más vulnerables.

La misa de cuerpo presente, conocida en México como “Misa de cuerpo presente”, será el punto culminante de las honras fúnebres. El féretro, colocado en el Sacratum de la Basílica de la Plaza de San Pedro, se convertirá en el centro de todas las miradas, en el símbolo tangible de la ausencia de un líder que dejó una huella imborrable en la historia de la Iglesia Católica y del mundo. En ese momento, en medio del silencio y la solemnidad, resonarán con fuerza las palabras del Papa Francisco, sus enseñanzas, su mensaje de amor y esperanza, un legado que perdurará en el tiempo, inspirando a generaciones futuras. La despedida a un Papa es mucho más que el adiós a un hombre; es la despedida a un símbolo, a una idea, a un camino de fe y servicio que seguirá iluminando el mundo.

Fuente: El Heraldo de México