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25 de abril de 2025 a las 19:55

El misterio de José Lizárraga y el albañil de Mazatlán

La historia que ha conmocionado a las redes sociales durante los últimos días da un giro inesperado. Lejos de la narrativa inicial que pintaba a un supuesto ciudadano estadounidense como el antagonista, nos encontramos con la historia de José Ignacio Lizárraga Pérez, un mazatleco de 78 años, licenciado en Derecho y con estudios en Filosofía, quien ha decidido romper el silencio y ofrecer su versión de los hechos. El video viral, que mostraba a Lizárraga Pérez instando a un albañil a retirarse de una jardinera, desató una ola de indignación y movilizaciones. Sin embargo, la realidad, según el testimonio del propio Lizárraga Pérez, es mucho más compleja.

El punto central de la controversia reside en la jardinera en cuestión. Lizárraga Pérez afirma que esta se encuentra dentro de los límites de su propiedad, un detalle crucial omitido en la narrativa viral. Su solicitud al albañil, Jorge, de abandonar el lugar, se basaba, según él, en el derecho a la propiedad privada. Niega haber utilizado lenguaje ofensivo, contradiciendo las declaraciones del trabajador de la construcción. Este incidente, aparentemente aislado, se enmarca en un contexto de larga data: dos años de afectaciones derivadas de la monumental construcción que se levanta a escasos metros de su hogar, el cual también funciona como su oficina.

La convivencia con la obra se ha convertido en una fuente constante de problemas para Lizárraga Pérez, quien padece diabetes. Describe una situación en la que, de manera recurrente, se ve obligado a pedir a los albañiles que se retiren de la parte frontal de su casa. No solo obstruyen las entradas, sino que, tras consumir sus alimentos, dejan la zona llena de basura. Incluso, algunos llegan a utilizar la banqueta como dormitorio, una situación que, comprensiblemente, genera molestias e inconvenientes. Imaginen la dificultad de un hombre de su edad, con problemas de salud, lidiando con esta situación día tras día.

El incidente de la jardinera no es un hecho aislado. Lizárraga Pérez relata que, meses atrás, su esposa recibió una indemnización por los daños ocasionados a su vehículo por el cemento utilizado en la construcción. Este detalle refuerza su argumento sobre el impacto negativo que la obra ha tenido en los vecinos de la zona. No se trata de una simple molestia puntual, sino de una serie de incidentes que han afectado la tranquilidad y el bienestar de los residentes.

Ahora, tras la viralización del video, Lizárraga Pérez se encuentra en una situación delicada. La indignación generalizada lo ha convertido en blanco de críticas y manifestaciones frente a su domicilio. Teme por su seguridad y la de su familia. Su intención, al hablar públicamente, no es confrontar, sino más bien, invitar a la reflexión. Pide a la sociedad que se forme un criterio propio a partir de su versión de los hechos, argumentando que la indignación colectiva se originó a partir de una situación sacada de contexto, una suerte de psicosis colectiva alimentada por la información incompleta. ¿Es posible que, en la era de la inmediatez y la viralización, estemos juzgando y condenando sin conocer todos los detalles? La historia de José Ignacio Lizárraga Pérez nos invita a cuestionar la información que consumimos y a buscar la verdad más allá de los titulares sensacionalistas.

Fuente: El Heraldo de México