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25 de abril de 2025 a las 09:25
Descubre el Pacífico Mexicano
Mientras el mundo gira su mirada hacia la Cuenca del Pacífico, un gigante dormido, México, parece ignorar el despertar de un coloso económico. Ocho mil kilómetros de costa bañan nuestro litoral pacífico, una ventana abierta a un futuro de prosperidad que, por desidia o miopía, se mantiene cerrada. Nos distraemos con la estridente música del norte, olvidando la melodía, sutil pero potente, que llega desde el occidente.
La relación con Estados Unidos, sin duda crucial, no debería eclipsar la importancia estratégica de la Cuenca del Pacífico. Tanto Estados Unidos como Canadá, nuestros socios en el T-MEC, comprenden el valor de esta región. Sin embargo, mientras la potencia norteamericana, según expertos, parece replegarse, México no ocupa el espacio que deja. Un vacío que otros, más astutos y ambiciosos, llenan con rapidez.
Desde las imponentes economías de China, Japón y Corea del Sur, hasta las emergentes de Vietnam, Indonesia y Malasia, el Pacífico palpita con un dinamismo imparable. Australia, Nueva Zelanda y las pequeñas naciones-isla añaden sus propios matices a este tapiz de oportunidades. Incluso Taiwán y Singapur, ejemplos de prosperidad en espacios reducidos, brillan con luz propia en este firmamento. Y no olvidemos a Filipinas, un eco de nuestro pasado colonial, un puente histórico que podríamos reconstruir.
Latinoamérica también tiene un papel protagónico en este escenario. Desde Guatemala hasta Chile, incluyendo a nuestros hermanos centroamericanos, Colombia, Ecuador y Perú, buscan su lugar en el concierto del Pacífico. Y mientras México permanece en silencio, Brasil, con una visión más pragmática, teje alianzas con Perú y Chile, aprovechando los espacios que dejamos vacíos.
La Alianza del Pacífico, un mecanismo que debería ser motor de nuestra integración regional, languidece. La inacción, disfrazada de diplomacia, nos mantiene al margen de las decisiones cruciales. El MIKTA, otra plataforma de cooperación con Australia, Indonesia, Corea del Sur y Turquía, subsiste gracias al empuje de nuestros socios, no al nuestro. Participamos, sí, pero como espectadores, no como protagonistas.
Mientras tanto, nuestras empresas, con un espíritu más audaz que el de nuestro gobierno, se abren camino en la región. Pero necesitan apoyo, una estrategia integral que las impulse, no la indiferencia de una administración distraída. No se trata solo de tener embajadas, sino de convertirlas en verdaderos motores de desarrollo, en plataformas de promoción económica y política.
Necesitamos una visión de largo plazo, una estrategia que trascienda los ciclos sexenales, que consolide nuestra presencia en el Pacífico. No podemos seguir de espaldas al futuro. El Pacífico nos llama, pero ¿estaremos dispuestos a escuchar su llamado? ¿O seguiremos perdiendo oportunidades, mientras otros cosechan los frutos de nuestra indolencia? La respuesta, como siempre, está en nuestras manos.
Fuente: El Heraldo de México