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24 de abril de 2025 a las 09:25

¿Trump moderado?

La aparente marcha atrás del presidente Trump en su guerra comercial, especialmente con China, nos invita a reflexionar sobre la compleja danza entre política y economía. Si bien la retórica incendiaria y las amenazas de aranceles desorbitados pueden servir como herramienta de presión en las negociaciones internacionales, la realidad económica a menudo impone sus propios límites. El reciente cambio de tono de Trump, pasando de la confrontación a la búsqueda de acuerdos "mutuamente satisfactorios", parece confirmar esta premisa.

No se trata simplemente de un cambio de estrategia negociadora, como sugieren sus portavoces. La presión ejercida por gigantes del comercio minorista como Walmart, Target y Home Depot, quienes advirtieron sobre el impacto negativo de los aranceles en las cadenas de suministro, los precios y la disponibilidad de productos, ha jugado un papel crucial. Imaginen los estantes vacíos en los supermercados, la escasez de productos básicos y el consecuente aumento de precios; un escenario que ninguna administración, y mucho menos una en busca de la reelección, puede permitirse.

Este escenario de escasez y aumento de precios no solo afecta al consumidor final. La incertidumbre generada por las políticas arancelarias también impacta en los mercados financieros. La reciente caída en las bolsas, el valor del dólar y los bonos del Tesoro refleja la preocupación de los inversores ante la posibilidad de una guerra comercial a gran escala y la interferencia de la Casa Blanca en la independencia de la Reserva Federal. La economía, como un organismo complejo e interconectado, reacciona a las decisiones políticas, y a veces, la reacción puede ser adversa.

La promesa de Trump de revitalizar la industria manufacturera estadounidense y traer de vuelta los empleos perdidos también se enfrenta a la dura realidad. La construcción de una planta automotriz, por ejemplo, no es una tarea que se pueda lograr de la noche a la mañana. Requiere años de planificación, desde la selección del lugar y la obtención de permisos, hasta la construcción de la infraestructura necesaria y la capacitación del personal. La presión ejercida por la industria automotriz, que se ha unido para oponerse a los aranceles a las autopartes, evidencia la complejidad de esta promesa.

El caso de Trump ilustra la tensión inherente entre la política y la economía. Mientras que la política a menudo se basa en promesas y discursos grandilocuentes, la economía opera bajo sus propias leyes, implacables e indiferentes a las ideologías. La aparente rectificación de Trump en su política comercial sugiere que, incluso en la era de la política espectáculo, la realidad económica termina por imponerse. Queda por ver si este cambio de rumbo es temporal o representa un ajuste más profundo en la estrategia del presidente. Mientras tanto, otras políticas controvertidas, como la política migratoria, podrían ocupar el centro del escenario. El juego político continúa, con la economía como telón de fondo y árbitro final.

Fuente: El Heraldo de México