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24 de abril de 2025 a las 09:20

Sobreviviendo al Apocalipsis Nuclear

Un halo de optimismo, cauteloso pero presente, se percibe en el ambiente tras las conversaciones en Roma entre Irán y Estados Unidos. El acuerdo para una nueva reunión en los próximos días, sumado a las filtraciones que apuntan a la posible liberación de miles de millones de dólares iraníes congelados como gesto de buena voluntad, sugiere un camino, aunque tortuoso, hacia la distensión. La posibilidad de un acuerdo limitado a corto plazo, como paso previo a un pacto más amplio y definitivo, refuerza esta idea. Ambas partes, con sus movimientos estratégicos, parecen coincidir en un punto crucial: evitar una guerra.

Donald Trump, a pesar de su retórica a veces belicosa, no se alinea con la línea dura neoconservadora. El temor a una escalada regional, una conflagración de consecuencias impredecibles, resuena no solo en Washington, sino también, y con mayor fuerza, en Teherán. Irán, consciente de la desventaja en el equilibrio de poder regional e internacional, se muestra especialmente reacio a un conflicto bélico.

Sin embargo, este baile diplomático se caracteriza por una alternancia de señales contradictorias: cooperación y amenaza se entrelazan en una coreografía compleja. El debilitamiento del "eje de resistencia" liderado por Irán, tras la reciente guerra en Gaza, ha reconfigurado el tablero geopolítico. Jordania emerge como un posible nuevo escenario para la influencia iraní, junto con Yemen e Irak, que mantienen su relevancia, aunque disminuida.

La reciente acusación del gobierno jordano contra Irán, por supuesta participación en planes de desestabilización, se suma a una serie de incidentes que han tensado la región en los últimos meses. El arresto de miembros del Frente de Acción Islámica, cercano a Hamás, y las detenciones en Líbano relacionadas con estos presuntos complots, añaden combustible a un fuego que amenaza con propagarse.

Por su parte, Estados Unidos mantiene una presión constante sobre Irán. Las nuevas sanciones a una entidad china que colabora con el refinamiento de petróleo iraní, y la intensificación de los ataques militares contra los hutíes en Yemen, son muestras claras de la firmeza estadounidense.

Dentro de este panorama, la postura de Irán se mantiene inflexible: rechazan cualquier acuerdo que implique un desarme unilateral sin garantías de seguridad sólidas y verificables. La impaciencia crece en ambos lados, pero la posibilidad de un encuentro entre Trump y el líder supremo iraní, similar al que se produjo con el líder norcoreano, no se descarta por completo.

Pero en esta partida de ajedrez geopolítico, hay un tercer jugador que observa con atención y busca influir en el resultado: Israel. Consciente de su incapacidad para iniciar una guerra de forma unilateral, Israel apuesta por la estrategia de la provocación y el chantaje, aprovechando la influencia de sus aliados belicistas dentro del establishment estadounidense. Este factor introduce una variable impredecible que podría alterar significativamente el curso de los acontecimientos. La posibilidad de un conflicto, aunque indeseada por las principales partes, sigue latente, alimentada por intereses y tensiones que trascienden las fronteras de la región. La cautela, el diálogo y la búsqueda de soluciones diplomáticas son ahora más cruciales que nunca para evitar una escalada que podría tener consecuencias devastadoras.

Fuente: El Heraldo de México