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24 de abril de 2025 a las 16:05
Sobrevive a caída en terremoto
El pánico se apoderó de Estambul. Imaginen la escena: el mediodía tranquilo, el sol brillando sobre el Bósforo, y de repente, la tierra ruge. Edificios que se mecen como barcos en alta mar, objetos cayendo al suelo, el sonido de cristales rotos mezclándose con los gritos de la gente. Así fue la experiencia vivida ayer miércoles en la vibrante ciudad turca, tras un potente sismo de magnitud 6.2 que sacudió sus cimientos.
La televisión transmitía un noticiero, una imagen cotidiana interrumpida bruscamente por la fuerza de la naturaleza. Las cámaras captaron el terror en los rostros de los presentadores, reflejando el miedo que se extendía como una onda expansiva por toda la ciudad. Pero la imagen más impactante, la que quedará grabada en la memoria colectiva, es la de un hombre, presa del pánico, saltando al vacío desde un tercer piso.
¿Qué lleva a alguien a tomar una decisión tan drástica? La respuesta está en el instinto de supervivencia, en el terror primitivo que nos invade ante la posibilidad de quedar atrapados bajo los escombros. En esos segundos que parecen una eternidad, la lógica se desvanece y el único objetivo es escapar, cueste lo que cueste. Este hombre, cuyo nombre aún desconocemos, eligió arriesgarse a una caída desde las alturas antes que enfrentarse a la incertidumbre de un posible derrumbe.
Las imágenes captadas por una cámara de seguridad son escalofriantes. Se observa a la gente corriendo desesperada, tratando de alejarse de los edificios, buscando refugio en el espacio abierto de las calles. Y de pronto, la figura del hombre precipitándose al vacío, una caída que culmina con un impacto brutal contra el techo de un automóvil estacionado. Un coche verde, un golpe seco, y el silencio que precede a la comprensión de lo ocurrido.
Milagrosamente, el hombre sobrevivió. Se incorporó por sí mismo, como si hubiera despertado de una pesadilla, aunque con lesiones leves. La imagen de él alejándose del vehículo, saltando en un solo pie, es una prueba de la resistencia del espíritu humano, de la capacidad de aferrarse a la vida incluso en las circunstancias más extremas.
El sismo, originado en el mar de Mármara, tuvo 50 réplicas, una de ellas de magnitud 5.9. El ministro del Interior confirmó que, afortunadamente, no se registraron víctimas mortales ni derrumbes de edificios. Sin embargo, el miedo persistió. Muchos habitantes de Estambul prefirieron pasar la noche en parques y plazas, temerosos de regresar a sus hogares. El testimonio de un pintor, que bajó corriendo cuatro pisos al sentir el temblor, resume el sentimiento generalizado: "Entramos en pánico, pero eso es todo… Simplemente salimos corriendo".
Este evento nos recuerda la fragilidad de la vida, la fuerza impredecible de la naturaleza y la capacidad del ser humano para reaccionar ante el peligro. La historia del hombre que saltó desde el tercer piso es un testimonio del pánico colectivo, pero también de la esperanza y la resiliencia que nos permiten superar las adversidades. Estambul, una ciudad milenaria, ha sido testigo de innumerables terremotos a lo largo de su historia. Y una vez más, se levanta, se sacude el polvo y continúa su vida, marcada por la experiencia, pero sin perder su espíritu vibrante.
Fuente: El Heraldo de México