
24 de abril de 2025 a las 17:45
Policías Caen en Michoacán, Jalisco y Guanajuato
La sombra del crimen organizado volvió a cernirse sobre el corazón de México. Michoacán, Guanajuato y Jalisco, tres estados marcados por la lucha territorial entre cárteles, fueron escenario de una jornada violenta que dejó un saldo trágico: dos policías fallecidos, vehículos incendiados, comercios atacados y el miedo palpable en la población. El eco de las detonaciones y el crepitar de las llamas se mezclaron con la incertidumbre en 26 municipios michoacanos, dos guanajuatenses y uno jalisciense. Una ola de violencia que, según las autoridades, se desencadenó no por la captura de algún capo, sino por la feroz disputa entre dos grupos criminales que buscan controlar las rutas del narcotráfico y otros negocios ilícitos.
La imagen de vehículos en llamas bloqueando carreteras, cual barricadas improvisadas en un campo de batalla, se repitió en diversos puntos. Tiendas saqueadas, cristales rotos y fachadas ennegrecidas por el fuego son el testimonio mudo del terror que se vivió. Los ataques, orquestados con una precisión escalofriante, no solo buscaban sembrar el caos, sino también enviar un mensaje de poder y control a sus rivales y a la sociedad en su conjunto.
Las autoridades, en una rápida respuesta coordinada entre el Gabinete de Seguridad y las fuerzas locales, lograron recuperar las vialidades y estabilizar la situación. Se reforzó la presencia policial y militar en las zonas afectadas, como un dique contra la marea de violencia. La búsqueda de artefactos explosivos y la desactivación de minas se convirtieron en una tarea prioritaria, una carrera contra el tiempo para evitar más tragedias.
El Secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, confirmó los hechos y aseguró que estos actos no quedarán impunes. La promesa de justicia resonó en un contexto marcado por la impunidad y la desconfianza. La investigación ya está en marcha, con el objetivo de identificar y detener a los responsables. Se busca desentrañar la compleja red de intereses y alianzas que se esconden detrás de estos ataques, una tarea titánica en un territorio donde las líneas entre el crimen organizado y el poder a menudo se difuminan.
La Presidenta Claudia Sheinbaum, por su parte, ratificó la versión de un enfrentamiento entre grupos delictivos como detonante de la violencia, descartando la detención de algún líder criminal. Sus palabras buscan tranquilizar a una población hastiada de la violencia, pero la realidad es que la sombra del narcotráfico sigue proyectándose sobre el país.
La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo la población seguirá siendo rehén de la guerra entre cárteles? La respuesta, compleja y esquiva, requiere un enfoque integral que vaya más allá de la respuesta inmediata. Se necesita una estrategia a largo plazo que ataque las raíces del problema: la pobreza, la desigualdad y la corrupción que alimentan al monstruo del crimen organizado. Mientras tanto, en Michoacán, Guanajuato y Jalisco, la vida sigue marcada por la incertidumbre, esperando que la promesa de justicia se convierta en una realidad tangible.
Fuente: El Heraldo de México