La tensión familiar sigue palpable. Maribel Guardia, con la serenidad que la caracteriza, ha compartido con la prensa una decisión difícil pero meditada: trasladar las cenizas de su hijo, Julián Figueroa, a un nicho en una iglesia cercana a su hogar. Este gesto, cargado de simbolismo y dolor, busca asegurar que su nieto, José Julián, pueda mantener un vínculo con su padre, independientemente de las circunstancias que el futuro depare.

La actriz, con visible emoción contenida, explicó que la idea no es repentina, sino que ha sido conversada con el pequeño José Julián, preparándolo para este cambio con la dulzura y sensibilidad que requiere un niño de su edad. Le ha hablado de la cercanía del nuevo lugar de reposo de su padre, de la posibilidad de visitarlo cuando lo desee y de la presencia constante de la fe a través de las misas diarias. Un consuelo espiritual en medio de una pérdida tan temprana.

Maribel ha sido cuidadosa al no revelar la ubicación exacta de la iglesia, protegiendo así la intimidad de este espacio sagrado y preservando la tranquilidad de su familia. Este acto de discreción, tan propio de ella, contrasta con el torbellino mediático que ha rodeado la situación legal con Imelda Garza Tuñón.

A pesar de las diferencias y la complejidad del momento, Maribel desmintió haber bloqueado a Imelda en WhatsApp, dejando entrever una madurez y una prioridad: el bienestar de su nieto. La comunicación, aunque quizás tensa, se mantiene como un puente necesario por el bien del pequeño José Julián, el lazo indisoluble que las une.

La imagen de Maribel, fuerte y vulnerable a la vez, conmueve. Su decisión, lejos de ser un acto impulsivo, se presenta como una estrategia amorosa para proteger el recuerdo de su hijo y garantizar el derecho de su nieto a honrar su memoria. Un acto de amor maternal que trasciende las disputas legales y se centra en lo verdaderamente importante: la familia. El tiempo dirá cómo evoluciona esta delicada situación, pero la determinación de Maribel Guardia por el bienestar de los suyos permanece inquebrantable, un faro de esperanza en medio de la tormenta.