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24 de abril de 2025 a las 09:25

La hipocresía antimigrante expuesta

La creciente ola de xenofobia y discriminación emanada de la reciente campaña antiinmigrante estadounidense no debe sorprendernos. El discurso nacionalista, teñido de un conservadurismo radical, ha sido históricamente la máscara tras la que se esconde la injerencia y el intervencionismo de nuestro vecino del norte. Sin embargo, lo que sí resulta alarmante, y francamente preocupante, es la complicidad de algunos medios de comunicación mexicanos que, haciendo eco de estos mensajes cargados de odio y prejuicios, se convierten en altavoces de la discordia. Es inadmisible que se presten a difundir una retórica que no solo atenta contra la dignidad humana, sino que también viola flagrantemente nuestra legislación.

Recordemos que el Artículo 1º de nuestra Constitución prohíbe cualquier forma de discriminación. Asimismo, los artículos 2, 223 y 256 de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión establecen la obligación de los medios de comunicación de promover los derechos humanos, la cultura y la unidad nacional. La campaña orquestada por la Secretaria de Seguridad de Estados Unidos, Kristi Noem, transgrede estos principios fundamentales, incitando al odio y la exclusión. Es imperativo que las autoridades competentes tomen cartas en el asunto y refuercen los mecanismos legales para evitar que este tipo de prácticas se repitan. No podemos permitir que la soberanía de nuestra nación sea vulnerada por intereses extranjeros que buscan imponer una agenda de odio y división.

Coincido plenamente con la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en la necesidad de fortalecer nuestro marco legal para protegernos de estas agresiones mediáticas. La campaña estadounidense, difundida a través de diversos canales de televisión, es una muestra más de la doble moral que caracteriza a nuestro vecino del norte. Se proyectan como defensores de la libertad y el orden, mientras que sus acciones revelan una historia plagada de intervenciones, injerencias y violaciones a los derechos humanos. Este episodio nos demuestra, una vez más, que el enemigo no siempre está fuera, sino que a veces se esconde en casa, disfrazado de aliado.

México reconoce el derecho de cada nación a proteger a sus ciudadanos. No obstante, esta responsabilidad debe ejercerse dentro de sus propias fronteras y, en caso de requerir la colaboración de otros países, debe hacerse con absoluto respeto a las leyes y a la dignidad humana. La campaña de la Secretaria Noem no solo carece de este respeto, sino que está impregnada de un profundo sesgo discriminatorio. Su objetivo no es la seguridad, sino la dominación cultural y social, una forma sutil de colonización disfrazada de preocupación. Se trata de un bombardeo propagandístico, reminiscente de las tácticas empleadas por Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, con el fin de manipular la opinión pública y sembrar la discordia.

Lo más deleznable de esta situación es la actitud de la oposición conservadora en nuestro país. Su silencio cómplice ante las flagrantes violaciones a los derechos humanos, e incluso su apoyo a la intervención de tropas estadounidenses en nuestro territorio, es una traición a la soberanía nacional. Debemos cerrar filas y rechazar este falso moralismo que pretende dictarnos quiénes son los buenos y los malos. Estados Unidos debería enfocarse en resolver sus propios problemas, como el consumo excesivo de drogas, en lugar de buscar chivos expiatorios en otros países. Es hora de defender nuestra dignidad y nuestra soberanía frente a las agresiones externas y la complicidad interna.

Fuente: El Heraldo de México