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24 de abril de 2025 a las 16:15

Horror en Morelos: Jesús "N" y el refrigerador del terror

La sombra de la tragedia se cierne sobre el Estado de México y Morelos, tras la captura de Jesús Efrén “N”, un hombre acusado de un doble feminicidio que ha conmocionado a la sociedad. El horror de este caso se acentúa por el vínculo familiar que unía al presunto victimario con sus víctimas: su propia madre y abuela. Un acto tan atroz que cuesta comprender, que nos obliga a reflexionar sobre la violencia que se esconde tras las puertas de algunos hogares.

Según las investigaciones, el pasado 15 de enero, en la colonia Marina Nacional de Tlalnepantla, una discusión familiar se tornó en una pesadilla. Los gritos, seguramente, se convirtieron en silencio. Un silencio que ocultó un doble crimen. Jesús Efrén “N”, presuntamente, agredió físicamente a su madre de 63 años y a su abuela de 95, arrebatándoles la vida. La frialdad del acto se refleja en la forma en que, supuestamente, intentó ocultar su crimen: colocando los cuerpos dentro de un refrigerador. Una imagen que hiela la sangre, que nos habla de una deshumanización difícil de procesar.

Tras el macabro hallazgo, comenzó una carrera contra el tiempo. La Fiscalía del Estado de México, con la colaboración de la Fiscalía de Morelos, inició una intensa búsqueda del sospechoso. Las pistas llevaron a Tlaltizapán, Morelos, donde Jesús Efrén “N” se ocultaba bajo una identidad falsa, tejiendo una red de mentiras para no despertar sospechas. Decía que su esposa lo había engañado, que su hija había muerto. Una historia trágica, sí, pero inventada. Una estrategia para ganar la confianza de sus nuevos vecinos, para esconderse a plena vista.

La noche del 21 de abril, la justicia alcanzó al fugitivo. En la colonia Amado Salazar, del poblado de Santa Rosa Treinta, en Tlaltizapán, se cerraba el círculo. La colaboración entre las fiscalías de ambos estados fue clave para lograr la captura. Tras su detención, Jesús Efrén “N” fue sometido a un examen médico y posteriormente entregado a las autoridades mexiquenses. Ahora, enfrenta un proceso judicial en el que se determinará su responsabilidad en los hechos.

Este caso nos deja un profundo pesar, una herida abierta en la sociedad. Nos recuerda la importancia de la prevención y atención de la violencia familiar. Nos invita a estar alerta, a no callar ante las señales de maltrato. La vida de dos mujeres fue arrebatada, dejando un vacío irreparable en sus familias y en la comunidad. Esperamos que la justicia actúe con prontitud y que este caso sirva para impulsar acciones que protejan a las mujeres y erradiquen la violencia de género. El camino es largo, pero no podemos desistir en la construcción de una sociedad más justa y segura para todos. La memoria de las víctimas nos obliga a seguir luchando.

Fuente: El Heraldo de México