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24 de abril de 2025 a las 07:45

Guanajuato: 6 vehículos en llamas tras violencia

La tarde de ayer se tiñó de rojo y negro en Guanajuato. Las llamas devoraron seis vehículos de carga, dejando una estela de humo y miedo en la carretera federal 1110, entre los municipios de Pénjamo y Abasolo. Un escenario que parecía sacado de una película de acción, con hombres armados sembrando el caos y la incertidumbre. La tranquilidad de la región se vio abruptamente interrumpida, transformando la cotidianidad en un episodio de tensión e inquietud. El rugir del fuego se mezcló con el estruendo de las detonaciones, pintando un panorama desolador en el corazón del Bajío.

Según el informe oficial de la Secretaría de Seguridad y Paz del Gobierno del Estado, estos actos vandálicos no son aislados, sino que son esquirlas de una ola de violencia que se originó en Michoacán y se extendió como una mancha de aceite, alcanzando incluso La Barca, Jalisco. Este dato revela la preocupante conexión entre los incidentes, sugiriendo una posible coordinación entre los grupos responsables y encendiendo las alarmas sobre la capacidad de estas organizaciones para operar a través de las fronteras estatales. ¿Estamos ante un nuevo capítulo de la violencia que azota al país, o se trata de un hecho aislado? La respuesta, aún incierta, mantiene en vilo a las autoridades y a la población.

El primer acto de este drama comenzó cerca de las 3 de la tarde, en el cruce ferroviario de La Maraña. Imaginen la escena: un tractocamión en llamas, las lenguas de fuego lamiendo el metal, el humo negro ascendiendo al cielo y un grupo de hombres armados, como espectros, desapareciendo en una camioneta tras una ráfaga de disparos al aire. Una imagen que se repitió, con ligeras variaciones, en otros cinco puntos de la carretera. Laguna Larga, Plazuelas, la Universidad Politécnica de Pénjamo, la emblemática tequilera Corralejo y la carretera Abasolo-San Gregorio, cerca del CECYTE, fueron los escenarios de esta desconcertante cadena de incendios. Cada nueva columna de humo era un recordatorio de la vulnerabilidad y la fragilidad de la paz en la región.

Si bien las autoridades apuntan a un posible intento de robo como móvil de los ataques, la violencia desmedida empleada y la coincidencia con los disturbios en Michoacán, abren un abanico de interrogantes. ¿Se trata realmente de robos frustrados o hay una motivación más profunda, una demostración de fuerza, un mensaje cifrado en el lenguaje del fuego y la pólvora? Los testimonios de quienes presenciaron los hechos hablan de hombres armados, disparos, una fuga precipitada… elementos que encajan más en el perfil de un operativo planificado que en un simple intento de robo. La investigación deberá desentrañar la verdadera naturaleza de estos actos y llevar a los responsables ante la justicia.

A pesar de la gravedad de los hechos, las autoridades lograron restablecer la circulación en los seis puntos afectados en cuestión de horas. Un pequeño respiro en medio de la tormenta, una muestra de la resiliencia y la capacidad de respuesta de las fuerzas de seguridad. Sin embargo, la cicatriz de la violencia permanece, un recordatorio latente de la necesidad de reforzar la seguridad y la justicia en la región, para que la paz no sea un espejismo, sino una realidad tangible para todos. La pregunta que queda en el aire es: ¿qué medidas se tomarán para prevenir que este tipo de incidentes se repitan en el futuro?

Fuente: El Heraldo de México